jueves, 10 de noviembre de 2011

DESTIERRO DEL OLVIDO



I

Camina mi memoria buscando entre los ojos
que acompañaban mis días
el regocijo más allá de mis silencios.
La plaza Clavero ya no existe
las chicas que fueron engordan otoñales
el lago Morona se pudre
y las motos alocan a los viejos.

II

La noche acompaña mis deseos
mientras lejanos
los árboles de mi provincia esperan
nutrirse de mis restos
cuando al final regrese limpio de trabas
a confundirme con la tierra
los pájaros y el cielo.

III

Estarán los amigos libando sus otoños
viendo pasar rapaz algún deseo inalcanzable
y se abrirán los ojos a la dicha
que sólo es un plácido recuerdo
de noches trémulas de besos
de ajuste de cuentas
y frío de lluvia.

IV

Estarán las lenguas viperinas
produciendo pesares vitalicios
porque la niña lánguida cediera a los deseos
el joven impetuoso robara la honra de los padres
cansados de desvelo
viendo crecer lo que verán partir
con fruto ajeno a cuestas destino incierto.

V

El silencio de la noche cubre el bosque
donde furtivamente buscaba la ventura
ansiando la eclosión de nuestros cuerpos jóvenes
guiados por el mayor el alto el sabio
el que había probado mujer
y nos llevaba contritos al cadalso
a la consumación con ellas
en húmeda humanidad de levedad exangüe.

VI

El ciego trovador viajaba alado
buscando alegre compañía cantarina
su lazarillo bastón acompañaba sus deseos
saludos olores palmoteos
presumiendo las frescas formas femeninas
sus versos cantándole a la dicha
a la que amó a la que amaba
a la que jamás ebrio al desdén habría de amar.

VII

Metrópoli ladina techo sombrío donde ora vivo
gélida desconocida gente que pasea
entre los charcos de fina garúa
remedo de lluvia que no suena ni truena.
Ya no aquella que empapaba
borrando los sudores de la selva
apaciguando el calor de las miradas
robusteciendo la savia de altos renacos
que no me ven ya más pero me esperan.







No hay comentarios:

Publicar un comentario