I
Camina mi memoria buscando entre los ojos
que
acompañaban mis días
el
regocijo más allá de mis silencios.
La
plaza Clavero ya no existe
las
chicas que fueron engordan otoñales
el
lago Morona se pudre
y
las motos alocan a los viejos.
II
La
noche acompaña mis deseos
mientras
lejanos
los
árboles de mi provincia esperan
nutrirse
de mis restos
cuando
al final regrese limpio de trabas
a
confundirme con la tierra
los
pájaros y el cielo.
III
Estarán
los amigos libando sus otoños
viendo
pasar rapaz algún deseo inalcanzable
y
se abrirán los ojos a la dicha
que
sólo es un plácido recuerdo
de
noches trémulas de besos
de
ajuste de cuentas
y
frío de lluvia.
IV
Estarán
las lenguas viperinas
produciendo
pesares vitalicios
porque
la niña lánguida cediera a los deseos
el
joven impetuoso robara la honra de los padres
cansados
de desvelo
viendo
crecer lo que verán partir
con
fruto ajeno a cuestas destino incierto.
V
El
silencio de la noche cubre el bosque
donde
furtivamente buscaba la ventura
ansiando
la eclosión de nuestros cuerpos jóvenes
guiados
por el mayor el alto el sabio
el
que había probado mujer
y
nos llevaba contritos al cadalso
a
la consumación con ellas
en
húmeda humanidad de levedad exangüe.
VI
El
ciego trovador viajaba alado
buscando
alegre compañía cantarina
su
lazarillo bastón acompañaba sus deseos
saludos
olores palmoteos
presumiendo
las frescas formas femeninas
sus
versos cantándole a la dicha
a
la que amó a la que amaba
a
la que jamás ebrio al desdén habría de amar.
VII
Metrópoli
ladina techo sombrío donde ora vivo
gélida
desconocida gente que pasea
entre
los charcos de fina garúa
remedo
de lluvia que no suena ni truena.
Ya
no aquella que empapaba
borrando
los sudores de la selva
apaciguando
el calor de las miradas
robusteciendo
la savia de altos renacos
que
no me ven ya más pero me esperan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario