martes, 13 de noviembre de 2018

…porque no todos somos iguales. Alberto Chirif.




A raíz de un asesinato-cuyos detalles expongo más adelante- y el comportamiento de las instituciones encargada de velar por la paz y la justicia en el país, Marco Ramírez Colombier,   del Programa de Cultura y Comunicación Indígena, de la institución Chirapaq, me ha pedido responder las siguientes preguntas:

- ¿Cuáles, en su opinión, son las razones de fondo para la falta de protección por parte del sistema de justicia hacia las mujeres indígenas?
- ¿Qué debe hacer el sistema de Justicia para evitar que sigan ocurriendo este tipo de casos?

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Creo que la falta de protección en el sistema judicial es un problema general que afecta tanto a mujeres como a hombres aunque, como lo digo más adelante, en efecto si la víctima es mujer y además indígena, la desprotección se agrava. Existe una  canción de Rubén Blades llamada “Desaparecidos”,que se refiere a personas secuestradas por las dictaduras que nunca vuelven a aparecer y a las que solo raras veces se les hace justicia. En una parte de la canción el coro pregunta: “¿Y por qué es que se desaparecen?” y el cantante (Blades) responde: “Porque no todos somos iguales”.

No obstante que la canción da cuenta de una realidad específica, como es la prepotencia e injusticia instaladas por regímenes dictatoriales, la pregunta que formula y la respuesta que da son perfectamente aplicables al caso de doña Rosa Andrade Ocagane, de 67 años de edad, del pueblo indígena Ocaina, asesinada el 25 de noviembre de 2016, en su comunidad, Nueva Esperanza, ubicada en el río Yaguasyacu, afluente del Ampiyacu, en el distrito de Pebas, provincia de Ramón Castilla, en Loreto. Es decir en un lugar remoto, “donde el diablo perdió el poncho”, para decirlo con un lugar común, aunque el hecho en sí –la lejanía- fue un criterio determinante en la actuación de las autoridades que debieron investigar el crimen.

Así es. En el Perú no todos somos iguales, y las desigualdades están determinadas por el acceso al poder, el cual depende de cuánto dinero tiene una persona. Doña Rosa Andrade poseía como mayor riqueza su alma hermosa, su simpatía y su sabiduría para vivir con alegría. Es decir, cualidades preciosas, inmejorables, pero ninguna con valor de mercado que es lo que otorga poder a una persona en una sociedad marcada por las desigualdades, como la peruana. En esta, tener dinero convierte a una persona en respetable y digna de ser tomada en cuenta en caso de que sea víctima de algún atropello. Si el dinero le ha permitido acercarse a los círculos de poder político-ministros, funcionarios de alto rango o al mismo presidente-su respetabilidad se acrecentará y la atención que la justicia le preste será mayor. Recuerdo, aunque no con detalles, el caso de un personaje amigo del expresidente Alejandro Toledo que sufrió el secuestro de un familiar. La policía en pleno se movilizó y lo encontró en tiempo récord. En cambio, otros que carecen de estos vínculos nunca llegan a encontrar a sus allegados, unas veces por falta de empeño de las autoridades y otras, porque estas obstruyen cada intento.

Pero las relaciones de poder no siempre están al servicio de una causa que, no obstante las motivaciones, de todas maneras podemos calificar de positiva, como es encontrar a una persona secuestrada o a los responsables de un robo. En el ejemplo que he citado, no cuestiono el resultado sino el método que privilegia un caso y olvida cientos igualmente dramáticos. Los recientes audios difundidos por los medios han dado pruebas irrefutables de algo que ya se sabía en el país: la corrupción en el Poder Judicial y la manera cómo asesinos, ladrones, violadores y, en definitiva, todo tipo de delincuentes, negocian con sus colegas vestidos de jueces, las penas, los plazos, las inocencias y las liberaciones.

Doña Rosa, que en su corazón bueno no debe haber ni siquiera imaginado la existencia de tramas tan perversas, no fue víctima de una conspiración maligna de jueces que negociaron la libertad de su presunto asesino a cambio de dinero, recurso que con seguridad este tampoco debe haber tenido. Fue sí la victima de la sentencia pronunciada por Blades, de que no todos somos iguales, e instalada en la sociedad peruana. Fue víctima del loco que la mató (ninguna persona en su sano juicio hubiera podido cometer acto tan bárbaro contra una mujer buena e indefensa) y, luego, de un sistema establecido para cumplir con la apariencia de que el Estado está presente. Una Policía aburrida en su emplazamiento, un triste recinto en Pebas, la capital distrital, sin dinero para la gasolina que le permite trasladarse-en algo más de una hora- hasta una comunidad a la que probablemente nunca antes ha visitado. Pero al final tuvo que ir para recibir al sospechoso que la comunidad, en la que todos son familiares, había capturado. Recogió el machete manchado de sangre del capturado, supuesta arma asesina, y lo envió, junto con su dueño, a Caballococha, capital provincial, ubicada a muchas horas aguas abajo de viaje en lancha de pasajeros. Allí funciona la Fiscalía que también cumple con el rito de la apariencia, de la fantasía, que satisface al Estado.

En la Fiscalía se interroga al sospechoso que dice que él no fue y que la sangre en el machete es de una animal que ha destazado. Listo. No se compara la sangre de la herramienta con la de la víctima ni, según la Defensoría del Pueblo, la que mancha la ropa del sospechoso con la de doña Rosa, cuyo cadáver tampoco es revisado para ver si tiene algún resto (cabellos, piel u otros) que permita establecer una relación con el sospechoso. Después de esta investigación, el Juzgado de Paz Letrado de la provincia declara infundado el pedido de prisión preventiva que había formulado la Fiscalía, y ante esto, esta última solicita el archivamiento del caso. Y así se hace.

Lo concreto, sin embargo, es que doña Rosa fue asesinada. Si no fue el sospechoso, ¿quién fue? Los casos penales, a diferencia de los civiles, no son susceptibles de ser negociados entre las partes. En estos, el agraviado es el Estado que tiene el mandato, como fin supremo, de defender a la persona humana y respetar su dignidad. Así lo dice la Constitución en su primer artículo. Archivar un caso por flojera y por eludir las incomodidades de tener que investigar, actitudes que se manifiestan en este caso por tratarse de una víctima que reúne todas las características que identifican a los grupos más vulnerables de nuestro entramado social, es una actitud que abiertamente transgrede lo establecido en dicho mandato. Esas características son-sin que el orden en que las enumero implique necesariamente prioridad-: indígena, mujer y sin poder. Son las que determinan que no todos somos iguales.  

Qué debe hacer el sistema de justicia para evitar que sigan ocurriendo casos como este, tal vez no sea una buena pregunta. Un poco más adecuado sería decir qué se debe hacer con dicho sistema para lograr ese fin, aunque la pregunta más precisa sería indagar acerca del tipo de sociedad que tenemos, que es la que permite que el Poder Judicial y el Estado actúen de la manera cómo lo han hecho, y preguntarse qué hay que hacer para cambiarla.

Y acá un paréntesis. Dentro del Estado ha habido algunas voces fraternas interesadas en buscar la justicia, pero que se encontraron con el tapón, elaborado con una argamasa de indiferencia y racismo, de quieren toman las decisiones que bloqueó cualquier avance. Por parte de la sociedad civil, lamentablemente la actitud ha sido similar: informes breves, asépticos para cumplir con las formas, con el rito de la apariencia, pero sin ningún compromiso. Hubo excepciones, claro, y menciono dos: la periodista Rocío Silva Santisteban, que recurrió a cuanta instancia pudo para que se conozcan los hechos y se logre la justicia; y Chirapaq que se involucró sinceramente y puso su experiencia y prestigio en la misma dirección.

¿Qué hay que hacer para cambiar una sociedad que prejuzga a una persona por lo que tiene y no por su condición de ser humano, para enfrentar y derrotar el racismo y el machismo, para permitir un acceso equilibrado de sus ciudadanos al poder, el poder de alimentarse, de vestirse, educarse, vivir en un lugar digno, tener asistencia de salud y ser escuchado por las autoridades que administran justica? ¿Qué hay que hacer para cambiar esta sociedad desde sus raíces y lograr que la gente viva con alegría y esperanza?

No hay respuestas sencillas, solo un reto grande.




martes, 9 de octubre de 2018

LUIS HERNÁNDEZ CAMARERO


Haciendo hora, para recoger a Pilar que terminaba de dar clases de piano especialidad en la Escuela de Música-PUCP, paseando por el malecón, hermosa vista, clima cambiante, verano incipiente.



De regreso caminando por las callejuelas de Chorrillos, tanta historia en las viejas casonas, tal el local que ocupa la Escuela, antiguo solar veraniego del benefactor Riva-Agüero, hete aquí que me encuentro con una esquina y el recuerdo de Luis Hernández que alguien, que como a pie de página firma, Marco Sueño, y pintó en una vieja pared chorrillana.



De eso quiere tratarse este blog, que llamo, escucha la calle, que tiene mucho que decirnos.
Decir más de Lucho Hernández, que lo que nos dice Marco ... basta uno de sus muchos poemas.

El bosque de los huesos.

Mi país no es Grecia,           
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.
Quiza sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.
Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta

Como aquellos del amor y de la muerte.





miércoles, 26 de septiembre de 2018

NOTICIA. CONVERSATORIO CON LOS COMPOSITORES DE LOS 70's

El martes 25 de setiembre asistimos al auditorio de la Sede Histórica del Conservatorio Nacional de Música, hoy Universidad Nacional de Música, para un interesantísimo conversatorio de los compositores de los setenta, convocados por el inquieto Douglas Tarnawiecki venido en rápida visita a Perú, con el deseo de reunir a los amigos de época para intercambiar experiencias sobre sus actividades y recordar tiempos pasados.
Miembros privilegiados todos al haber compartido las enseñanzas de lo mejor de la docencia musical en Perú, recordando a los maestros Enrique Iturriaga, Edgar Valcarcel, Celso Garrido Lecca, José Malsio, a Carlos Sánchez Málaga y el maestro Roberto Carpio.
Como no podía ser de otra forma la dirección de su alma mater le brindó todo el apoyo necesario logrando convocar a los ahora maduros compositores.
Fueron abordados temas tales como: Panorama general de la generación del 70, la diversidad de lenguajes en los componentes de esta generación, los estilos en el proceso composicional, la música popular y la composición, el panorama profesional musical del compositor, la informática en el proceso de composición y ser compositor en el Perú



Luego de una intensa exposición de los temas mencionados por cada uno de ellos y de algunas preguntas de los estudiantes en formación, y con el compromiso de volver a reunirse dentro de un año con concierto de sus obras incluido, la foto en pleno.




No podía faltar el café y el consabido compartir con las anécdotas de la vida académica y de todo lo vivido en los años setenta en un país que estaba en proceso de grandes cambios que todavía se sienten.






                      




sábado, 15 de septiembre de 2018

HILDEBRANDO TEJEDO MONTEZA, PATRIOTA PERUANO OLVIDADO. *


“Yo conocí a Tejedo mucho antes de que fuera militar, cuando quizá ni lo pensaba; era un muchacho como cualquier otro, en la escuelita, entre los muchachos del barrio, en los juegos de ladrones y celadores, en los partidos de fútbol al último gol... nunca pretendía ser el líder, el cabecilla o el guapo, pero, en ciertas oportunidades saltaba un detalle de su personalidad que lo hacía sobresalir entre los demás. Bécquer y Espronceda, cuya lectura era motivo de bromas de algunos de sus infantiles amigos, le daban a veces expresiones de romanticismo y repentinas explosiones de ardor e impetuosidad. Cuando alguna vez recitaba los versos de uno u otro, algunos le escuchábamos con atención, otros ni caso le hacían, pero a él le daba igual, pues parecía que sólo lo hiciera para su propia satisfacción.
Cuando murió su abuelita todo el barrio hizo el cortejo al cementerio, él estaba entre los familiares arrastrando el duelo; en el momento en que los enterradores se disponían a introducir el ataúd, de repente se le vio empinado al lado de el, sobre el banco que lo sostenía, con las manos levantadas pidiendo atención. Era el tiempo en que las plañideras, espontáneas o pagadas, hacían el coro de los lamentos, a ellas iba dirigido el ademán; fueron callando poco a poco y cuando solo se oían leves gimoteos, empezó a hablar improvisando una oración fúnebre, a la mitad de la cual ya no fueron las plañideras las que lloraban, sino la mayoría de los presentes. Así era Tejedo.


                                          Img: DR

Se marchó en busca de porvenir y casi lo había olvidado, hasta que lo vi en Leticia, luciendo los galones de subteniente al pie de los Schneider.
Seguramente cuando se dio cuenta de la desviación de las gestiones diplomáticas y de la farsa que se estaba gestando, que significaba el fracaso de nuestra campaña; sin un plan preconcebido, posiblemente para madurarlo, solicitó licencia para trasladarse a Iquitos, simulando enfermedad. El médico que lo vio lo encontró sano y se lo negó, insistió con Scavino y lo consiguió.
Ya en Iquitos hizo los contactos, con mucha precipitación, con el propósito de anticiparse a la entrega de Leticia a la Comisión Internacional, pero no lo consiguió.
El 23 de junio fue entregada Leticia y el 28, Tejedo se levantó en armas.


                                                  Img: DR

La noticia del levantamiento nos llegó vaga e incompleta, pero a medida que pasaron los días fuimos enterándonos de los detalles de cómo se desarrolló, cómo no pudo tener éxito debido a la resistencia de la Base Aérea y de la Base Naval, cómo fue dominado y cómo fueron apresados los insurgentes y sometidos a una Corte Marcial.
El fracaso del levantamiento se debió a la falta de enlace con los elementos de la Marina y de la Aviación, cuya adhesión habría sido más que probable, pero que la premura no hizo posible y mas que todo a la falta de conocimiento por parte de la ciudadanía, de los motivos del pronunciamiento, lo que, posiblemente, fue causa de la indecisión para prestarle apoyo. Creyendo su mejor aliada la sorpresa, Tejedo, los clases y soldados que lo secundaron, sorprendieron a la guardia del cuartel Ramón Castila, sublevaron a clases y tropa del Batallón Mixto Nº 25, a la Batería de Artillería Nº 3, apresaron a los jefes y oficiales de ambas unidades y a los que estaban en el Casino Militar, se posesionaron del arsenal, tomaron la Oficina Radiotelegráfica y la Sub-Intendencia de Guerra y se dirigieron a la Base Aérea y Naval con el fin de poner a sus efectivos de su parte, pero se encontraron con una seria resistencia, que los jefes de ambas bases habían organizado.
Si Tejedo hubiera empleado toda la fuerza militar que había sublevado, sin duda habría tomado ambas bases, pero con gran derramamiento de sangre, pues los efectivos que las defendían eran insignificantes; la intención fue arrastrarlos a su causa y aquí es donde se hizo evidente la falta de contactos con los elementos de dichos cuerpos. Es que Tejedo, solo, había gestado la sublevación...
Es notable que pese al volumen de las tropas sublevadas al mando de Tejedo, en el enfrentamiento con las fuerzas de resistencia no hubiera más que un muerto y éste mismo, civil: Rodolfo Pérez Ruiz. Aparte de éste, fueron heridos cinco militares de la Base Aérea: el comandante Jorge Alva Saldaña, el teniente de sanidad Ángel Cuba, el sub-oficial de aviación Carlos García
Barriga, los demás fueron: un marinero de segunda, Miguel Rengifo Murrieta, un soldado de los suyos, Gregorio Tecse, y los civiles Luís Beltrán y Juan de Dios Guzmán.
Dominada la revuelta el juzgamiento no se hizo esperar; 9 días después se reunió la Corte Marcial. Fueron 23 los principales acusados: Tejedo y los subtenientes Julián Chávez Ampuero, Fabio Cuadros Falcón y Roberto Marquina Romero, cuatro sargentos primeros, ocho sargentos segundos, cinco cabos y dos soldados.
Durante el juicio, las declaraciones de los acusados, todas coincidieron en que actuaron inspirados por un ideal patriótico: protestar por la entrega de Leticia a Colombia e impulsados por el sentimiento y el ejemplo de Tejedo, cuya resolución era sacrificarlo todo, incluso la vida si era del caso, antes de ver perdida definitivamente a Leticia.
Tejedo, como cabecilla del levantamiento fue el más exigido en sus declaraciones y sobre el recayó todo el peso de los cargos que se le atribuyeron, con el evidente propósito de desfigurar la causa y el sentido del movimiento. Tendenciosamente se le acusó de haber provocado el alzamiento con intenciones separatistas, para crear un estado independiente, del que, como caudillo, asumiría el mando de gobierno; se le acusó de haber divulgado la falsa afirmación de que el Gobierno vendería nuevamente Leticia a Colombia por 2 millones de soles; respecto a su personalidad, se le atribuyó anormalidad, pésimos antecedentes, mala conducta, arrestos y prisión durante su carrera militar.
En la imposibilidad de exhibir su hoja de servicios por no encontrarse en la Comandancia de la V División, entregó su Libreta Militar de la División Superior de la Escuela Militar de Chorrillos y pidió que se diera lectura a las notas de concepto en ella contenidas, pero no fue escuchado.
En el curso de sus declaraciones sus expresiones fueron duras y mordaces refiriéndose al sistema político del gobierno y del país, muchas de las cuales fueron rechazadas y silenciadas enérgicamente por el Presidente de la Corte Marcial, el Comandante Oscar L. Torres, porque «no podía permitir en ese ambiente afirmaciones de esa naturaleza».
El Ministerio Fiscal, representado por el mayor Tomás Acha, después de describir en su acusación el levantamiento, como fruto de la perversión de sus autores, cuya trascendencia pudo tener «funestas consecuencias e incalculables proporciones en daño a la nación», acusó a Tejedo como principal instigador y responsable del movimiento, que calificó de traición a la patria y pidió le fuera aplicada la pena de muerte y para los coautores y demás participantes en el levantamiento la pena de prisión en distintos grados...
La defensa de Tejedo, asumida por el teniente de la Armada, Federico del Águila, fue débil: trató sólo de restar a la acusación las condiciones estipuladas por la ley para considerar la acción de Tejedo como traición a la Patria y de que fuera tomada solo como una simple rebelión, merecedora, cuando más, de una sanción de uno a dos años de prisión.
La defensa de los clases y soldados, a cargo del capitán Colina fue más emotiva e impresionó al público asistente. Calificó de «seudo delito» el que se les imputaba y afirmó que esa actitud fue una «explosión de patriotismo», el «reflejo del espíritu patriótico del pueblo de Loreto» y concluyó pidiendo se considerara exento de responsabilidad militar a sus defendidos.
Cuando habló el sargento primero Villafuerte, en voz emocionada afirmó que había tomado parte en el movimiento inspirado en el más puro sentimiento patriótico,
porque sintió el deber de impedir la entrega de Leticia; que había venido de la costa del país, abandonando a su madre, lo único que le quedaba de su hogar, para defender el rescate de la tierra de sus hermanos, pero que, por desgracia, no solamente ya no podía defenderla, sino que sentía el temor de que ese suelo nacional se perdiera definitivamente.


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Pero la Corte Marcial fue ciega y sorda, no fue humana ni justa; no quiso mirar ni escuchar el sentimiento patriótico herido, solo vio al soldado que debe sujetarse a las órdenes con sumisión; no pensó en el suelo patrio cercenado, sino en el honor del ejército mancillado; no alcanzó a ver la grandeza de quien lo sacrifica todo en defensa de la tierra que le vio nacer, solo sintió la vergüenza del militar que ve manchado su uniforme... y quiso ser ejemplar en su sanción, llenar de baldón a quienes nacidos en remotas regiones de la Patria, vinieron a unirse en un solo sentimiento de sacrificio en defensa de una parte olvidada de ella, con el patriotismo puro que muchos fueron incapaces de sentir y ni siquiera comprender... y los de esa Corte Marcial, ciegos y sordos, cerrando los ojos y taponándose los oídos los condenaron, para meses más tarde recibir la más afrentosa bofetada de su vida... la entrega de Leticia, por cuya defensa condenaron a verdaderos patriotas por traición a la patria...
Subteniente Hildebrando Tejedo Monteza,
Iquitos. 20 años.
Sargento 1º Luís H. Chanduví,
Chiclayo. 15 años.
Sargento 1º Francisco Torres Alvarado,
Piura. 15 años.
Sargento 1º Fidel García Revollé,
Callao. 13 años.
Sargento 1º Alberto Novoa Parodi,
Puno. 10 años.
Sargento 1º Pedro Villafuerte Girón,
Callao. 8 años.
Sargento 2º Carlos Rondón García,
Arequipa. 7 años.
Sargento 2º César Llerena Rodríguez
Arequipa. 7 años.
Sargento 2º Félix Portal Navarro,
Lima. 6 años.
Cabo Luís Montoya Molleda,
Ica. 1 año.
Soldado Modesto Espinoza Jiménez,
Tumbes. 3 años.
Soldado Julio Tovar,
Lima. 1 año.
El público que concurrió al juicio parecía no salir de su asombro y el resto de la población, muy tarde empezó a comprender el verdadero motivo de la precipitación para juzgar a los supuestos culpables de traición a la patria...
Un mes antes se había publicado el texto de los arreglos del problema internacional de Leticia, que fue firmado por los delegados del Perú y Colombia, cuyo artículo 2º establecía tácitamente que el tratado de límites de 1922, ratificado en 1928, no podía ser modificado ni afectado, salvo mutuo acuerdo de las partes y en los términos que el artículo 7º estipulaba, uno de los cuales rechazaba tajantemente el uso de la guerra o de la fuerza para resolver la controversia. Lo demás nos envolvía en dudas, con una sola conclusión positiva: nuestra causa estaba perdida; porque era infantil, por decir lo menos, pensar que Colombia estuviera de acuerdo en revisar el tratado Salomón - Lozano y en consecuencia, Leticia, vendida, cedida, o como fuera, no volvería a ser peruana.
Pero entonces, si Tejedo y los que lo acompañaron estaban defendiendo la posesión de Leticia y oponiéndose a un arreglo lesivo a los intereses de la patria, si habían convertido en acción armada el sentimiento de todo un pueblo, si habían tratado de impedir una afrenta nacional... tenían toda la razón... ¿Por qué el Fiscal los acusó de traición a la patria?... ¿Acaso Leticia, Loreto, no eran parte de la patria?... ¿Acaso protestar, rebelarse, pelear por un agravio a la patria era hacerle traición?... ¡La traición estaba en otra parte!... la mentira estaba en marcha... la nación estaba manejada por intereses subalternos y por hombres sin autoridad cívica... porque los diplomáticos seguían diciendo: «... en todo momento nuestra preocupación ha sido el mantenimiento de los derechos y la suerte de nuestros compatriotas en esa región tan cercana al corazón del Perú (¿se refería eufemísticamente a Lima... o a Loreto?)  cuya prosperidad encierra el porvenir nacional»... «el arreglo deja abiertas las puertas de la conciliación con Colombia para el acuerdo fundamental y definitivo que se desarrollará más tarde en un ambiente de paz, de buena voluntad y de confianza con nuestro objetivo de satisfacer las justas aspiraciones de Loreto»... «Deja abiertas también de par en par, las puertas de la Justicia Internacional, hacia el Tribunal más respetable que existe, ante cuyas funciones se inclinan las más grandes potencias del mundo»... «Conjuramos a todo el pueblo loretano a unirse con el resto del Perú en el nuevo programa de orden y tranquilidad y poner toda su confianza en el futuro»... «La civilización del mundo y el Derecho Internacional nos imponen seguir esa conducta para honor de nuestra Patria»... «Puede Loreto estar persuadido de que hoy en adelante nuestra visión de la grandeza peruana se vinculará a la integridad y al desarrollo de las regiones trasandinas, principalmente amazónicas, en las que se asentará el Perú rico, poderoso y feliz de las nuevas generaciones»...
Posteriormente el general Sarmiento en declaraciones a órganos periodísticos decía que los arreglos con Colombia habían sido bien recibidos en Loreto y que todo el pueblo tenía fe ciega en que el presidente Benavides llegaría a un arreglo con Colombia, honroso para el país y que la cesación de las hostilidades había sido un rotundo triunfo suyo (de Benavides). Agregaba, como anticipándose a una pregunta sobre la razón de la rebelión de Tejedo, que había sido un movimiento sin importancia ni alcances políticos, que no había tenido como motivo el arreglo con Colombia, ni había sido Leticia su símbolo, «un descabellado motín, obra de un anormal, de un individuo que ha sufrido arrestos por diversas causas y salió de la prisión para ser mandado al oriente; allí lo encontré y lo mandé al frente, pero no pudo llegar porque se enfermó en el camino»... «no encontró eco sino en dos o tres clases tan anormales como el instigador, tuvo franco rechazo y condenación severísima y absoluta, tanto en el ejército en Loreto, como en la totalidad de sus habitantes»...
Pero una carta del coronel Víctor Ramos, publicada en «El Comercio», de Lima, descorrió levemente los entretelones de una controversia intestina en el Comando de las Operaciones del Nor-oriente, algo del pus, de que nos habla Gonzáles Prada, uno de cuyos párrafos no necesita comentario: «... Usted me dice que hay que tratar sin contemplaciones a todos los ladrones, cobardes, traidores y desertores. Así debe ser, pero a TODOS, hay que agregar MUCHOS MAS; a los farsantes, a los arribistas, a los vivos. Estoy, pues, en perfecto acuerdo con Usted...»
¡Ese es nuestro Perú!”
*Pablo Carmelo Montalván. 2015. El rescate de Leticia. Novela de una frustración loretana. Editor: Pablo Fernando Montalván. 2ª Edición.


viernes, 7 de septiembre de 2018

Entrevista a Alberto Chirif. Apariencia y realidad de las políticas públicas para la protección de los PP.II.

Primera parte de la entrevista al reconocido antropólogo Alberto Chirif, investigador experto en pueblos indígenas, autor de los libros "Después del Caucho"(2017) y " Diccionario Amazónico" (2016) conversa con IDLADS sobre la problemática indígena y la crisis del Estado Peruano-








Segunda parte de la entrevista al reconocido antropólogo Alberto Chirif, investigador experto en pueblos indígenas, autor de los libros "Después del Caucho"(2017) y " Diccionario Amazónico" (2016) conversa con IDLADS sobre la problemática indígena y la crisis del Estado Peruano.






jueves, 9 de agosto de 2018

Desde el Congreso: Ignorancia y desprecio por los derechos indígenas


Alberto Chirif
Virginia Zavala

La semana pasada han circulado por las redes sociales comentarios escuetos y aislados de Ricardo Vásquez Kunze, director del Fondo Editorial del Congreso, y de Juan Carlos del Águila, congresista de la República por Fuerza Popular. El primero lanza su opinión respecto a la política de lenguas del Estado y, el segundo, propone concentrar a la población rural amazónica, a fin de que el Estado pueda atenderlos con servicios. El antropólogo Alberto Chirif y la sociolingüista Virginia Zavala les responden.


Imagen: CAAAP


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Las comunidades deben emigrar a donde haya mejores condiciones para vivir, para desarrollarse, para progresar. El estado no puede licuar el presupuesto para atender con los servicios básicos a 500 pueblitos, es mejor concentrarlos en poblados intermedios y allí el apoyo del estado será más efectivo.
Juan Carlos del Águila. Congresista 



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¿Qué hay detrás de la afirmación del congresista del Águila de que el Estado debe concentrar a la población rural para darle servicios? La respuesta se puede sintetizar en una sola palabra: ignorancia.

Ubicamos rápidamente la trayectoria profesional y política del congresista. Es natural de Iquitos y estudio, sin concluirla, la carrera de Administración en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP). Sin embargo, esto no le ha impedido ocupar importantes puestos en instituciones del Estado: asesor del Ministerio de Vivienda en 2007 y del Ministerio de Salud en 2008; y privadas: las jefaturas de las AFP Horizonte y El Roble en la década del 1990. En el 2002 fue elegido alcalde provincial de Maynas por el partido aprista, pero no logró la reelección en 2006. Luego de acercamientos con el Movimiento Integración Loretana (MIL) y con Fuerza Loretana, señaló que solo evaluaría alianzas con Mi Loreto y con Fuerza Popular. Concretó su unión con el fujimorismo y fue elegido congresista para el periodo 2016-2021. En 2017 fue interrogado por el Ministerio Público como parte de la investigación por las presuntas irregularidades cuando era alcalde de la provincia de Maynas en la obra "Mejoramiento y Ampliación de Agua Potable y Alcantarillado de la ciudad de Iquitos", ejecutada por la empresa brasileña Odebrecht. Ese mismo año, su hermano Juan Manuel fue contratado como asesor de la Jefatura Zonal de Iquitos de la Superintendencia Nacional de Migraciones. Fuentes periodísticas han señalado que el congresista influyó en esto, a pesar de que la Ley de Contrataciones del Estado prohíbe que familiares de congresistas tengan contratos con las entidades de gobierno.

Del Águila se refiere a “500 pueblitos”. Se equivoca. Según información comprobada del Instituto del Bien Común (Las comunidades que mueven al país. El estado de las comunidades rurales en el Perú. Lima, 2012) existen 2274 comunidades nativas en la Amazonía, de las cuales 1271 tienen títulos de propiedad sobre sus tierras. Entran también en la categoría de “pueblitos”, 2400 comunidades campesinas-ribereñas. Cada una de estas categorías alberga medio millón de habitantes. ¿Cómo hacemos, congresista, para dar paso a la solución que Ud, plantea? ¿Que se junte un millón de personas y abandonen sus tierras, porque, como comprenderá, estas no se pueden concentrar? ¿Pero entonces, de que van a vivir? ¿O lo suyo es parte de una estrategia similar a la del “perro del hortelano” para despojar de las tierras a indígenas y campesinos para ponerlas al servicio de empresas?

La concentración de los pobladores indígenas en el Perú y otros países de la América del Sur es una historia antigua y siempre ha prometido lo mismo: mejoras, progreso y desarrollo, aunque en sus inicios también prometía la salvación eterna, ya que esta política fue impulsada por misioneros durante la Colonia. Después vinieron los patrones que siguieron concentrando a la población para disponer de mano de obra y liberar tierras que pasaron a ser propiedad de ellos. La expansión de las escuelas, a partir de la década de 1950, hizo lo mismo: concentrar para el progreso, pero en realidad impartieron, e imparten, una educación que a la gente no le sirve más que para dejarla en el medio de la nada, ya que por asistir a ellas pierde los conocimientos que su sociedad le proporcionaba para vivir en el bosque y no adquiere aquellos necesarios para, por ejemplo, ingresar a la universidad y, claro, terminar los estudios.

Pero no hace falta irse muy lejos para aprender que las mejoras no dependen de la concentración. Iquitos es una gran concentración de moradores que, a la fecha, supera el medio millón de personas, es decir, una cantidad similar a la que tienen, cada una por su lado, las comunidades nativas y las comunidades ribereñas. ¿Piensa Ud., congresista, que ellos han logrado una buena atención el Estado? Dese una vuelta por los barrios periféricos de Iquitos para que vea cómo son las cosas, aunque a veces no es necesario ni siquiera eso, porque los desastres pueden verse en el mismo centro de la ciudad. Por ejemplo, el servicio de agua. Gran parte de la ciudad de Iquitos carece de él, no obstante haber Ud. contratado a la empresa Odebrecht para que amplíe y mejore la red de agua potable y alcantarillado. Más aún, en las mismas zonas donde se han instalado tanques elevados –Ud. recordará como muchos de ellos presentaban filtraciones de agua- la gente dispone de agua solo en las madrugadas. Pero podemos mencionarle otros servicios: pistas, alumbrado y, por supuesto, salud y educación públicas. ¿La concentración de esa población ha significado que mejoren sus condiciones de vida, ha implicado un avance en la conciencia ciudadana para para el mayor respeto a la vida y a la tranquilidad de las personas? Las condiciones del tráfico y de la contaminación sonora en la ciudad, respecto a las cuales Ud. no hizo nada para mejorarlas cuando fue alcalde, indican que no es cierto que la concentración obre los prodigios que Ud. le atribuye.

Muchos iquiteños que llegan a ocupar cargos de poder no conocen la Amazonía y su reclamo de amazónicos es solo por haber nacido en la región, no por conocerla. Por eso al hablar no hacen otra cosa que desenrollar una sarta de prejuicios, de lugares comunes, de trivialidades, de clichés que lo único que exhiben de verdad es la ignorancia de quienes los exponen.

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El propósito que subyace a esta política de Estado es la integración nacional. No estoy de acuerdo y creo es un error garrafal de la política cultural de este régimen, porque es muy probable que se produzca el efecto contrario, es decir, la desintegración nacional de aquellos compatriotas que tienen limitaciones para contactarse con el único idioma que integra en la vida real a todos los peruanos: el castellano.
Ricardo Vásquez Kunze, director del Fondo Editorial del Congreso

Imagen: SERVINDI


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El reciente comentario de Ricardo Vásquez Kunze revela una total ignorancia del tema y un desconocimiento en torno a la discusión internacional sobre la recuperación de las lenguas originarias como derechos humanos. Nadie podría sostener la afirmación de Vázquez en otros países sin caer en el ridículo. Es interesante darnos cuenta que cuando algunos políticos se sienten amenazados por coyunturas donde se generan avances importantes, recurren a este tipo de declaraciones desconcertantes para el más mínimo sentido común. 

Así como del Águila muestra un desconocimiento sobre la realidad de las comunidades (¿500 pueblitos?), Vásquez ignora no solo la realidad lingüística peruana sino principios básicos de teoría lingüística. No se da cuenta de que las lenguas no son meros instrumentos de comunicación, sino instancias centrales en la vida de las personas para establecer vínculos, desarrollar identidades, generar aprendizajes y construir sentidos de comunidad. Las lenguas no son sistemas abstractos que pueden ser rápidamente reemplazados por otros, sino recursos simbólicos que son parte de prácticas sociales para enfrentar la vida y relacionarnos con los demás. Así como no se puede hacer que un millón de personas abandonen sus tierras, tampoco se puede castellanizar a toda la población sin que haya violencia, injusticia y violación de derechos humanos. ¿Qué es lo que quiere Vásquez? ¿Que todos bailemos marinera y prohibamos los huaynos? ¿Que todos comamos cebiche y censuremos la pachamanca?

Pero lo que más llama la atención en el discurso de Vásquez –que nuevamente lo asemeja al de del Águila- es la ingenuidad que muestra al proponer que el castellano nos “integrará” como nación. Esto parece un argumento difícil de creer desde la lógica más básica. Así como la mejora de las condiciones de vida de las personas no depende de la concentración de las comunidades en contextos urbanos, la integración nacional tampoco depende de hablar el castellano como única lengua. La desintegración actual no está dada por lo lingüístico, sino por un centralismo que margina, por un racismo que separa a ciudadanos de primera y segunda clase, por una herencia colonial que siempre ha jerarquizado a los peruanos, por un autoritarismo que se impone día a día y, sobre todo, por un sistema económico que promueve la corrupción, que no distribuye bien la riqueza y que facilita la explotación de unos sobre otros.

En las últimas décadas, la desintegración se reproduce, además, por una cultura neoliberal que promueve una competencia salvaje, bajo la premisa de ¡sálvese quien pueda!, donde los poderosos siguen aprovechándose de todos y donde el sentimiento de comunidad está cada vez más lejos de existir. Es iluso pensar que, en un contexto de corrupción política y explotación económica, la integración vaya a ocurrir cuando todas las personas sepan castellano (y además hayan abandonado las lenguas de sus tradiciones). ¿Acaso Vásquez creería que nos vamos a “integrar” pagando bajos salarios, no reconociendo derechos laborales, y teniendo un sistema de salud excluyente? ¿Acaso Vásquez creería que todos debemos cantar música criolla y que el huayno nos desintegra?

¿Por qué se sigue recurriendo a un argumento decimonónico sobre la lengua como integrador nacional? Es claro: se trata de una simple estrategia ideológica que busca esconder el estado actual de las relaciones económicas (y morales) y además responsabilizar a la población por su propia falta de integración nacional. El texto de Vásquez lo hace muy bien, pues pareciera que “aquellos compatriotas” (como los llama él) parecen ser los únicos responsables de su propia integración debido a sus “limitaciones” con el castellano. Algo parecido sucedió, décadas atrás, con el argumento sobre el analfabetismo. En el discurso conservador (y colonialista), los analfabetos aparecían como los supuestos responsables de su pobreza por no saber leer y escribir.

Todos sabemos que en el mundo de hoy el monolingüismo es una limitación. Ahora necesitamos saber inglés y otras lenguas, pero también aquellas de nuestra propia tradición. Los que hoy reclaman estas lenguas en el Perú son muchísimos ciudadanos que ya hablan castellano, que viven en las ciudades y que quieren recuperar, usar o hasta aprender una lengua originaria porque ahora ello constituye un recurso (también económico) para su trabajo y sus vidas. No quieren preservar las lenguas indígenas en un museo. Quieren usar varias lenguas y participar en una comunidad global desde sus identidades locales. Si hay millones de ciudadanos que reclaman el derecho a su lengua, cualquiera podría preguntarse quién es el Sr. Vásquez para prohibirles este derecho.

sábado, 16 de junio de 2018

PARA AMPLIAR EL DIALOGO INTERCULTURAL


Con las gracias al notable pintor loretano, José Morey Ríos por su contribución con tres obras de su paleta.

Heinrich Helberg Chávez * UNMSM, UARM

Hace unas semanas un amigo, el Prof.  Alejandro Smith Bisso, me alcanzó un video en el que se muestra al maestro Enrique Dussel dando una conferencia y luego compartiendo opiniones con sus alumnos en México. De la forma más abierta y en un clima de confianza mutua, por cierto envidiables. Se trata de que Dussel está tratando de generar un pensamiento que aprovecha de los contenidos culturales y del pensamiento de los pueblos originarios de América, básicamente de los mexicanos, para “descolonizar” el pensamiento latinoamericano. Le interesa, por ejemplo la posibilidad de pensar un “yo colectivo”, social, con las lenguas centroamericanas. Y en eso demuestra una gran coincidencia con mi propio pensamiento y quehacer. Porque yo he estado tratando de pensar la praxis social como un campo negociación social, que es público y controlable.
Hay que anotar que el concepto de praxis social, en este sentido, antecede lógicamente al yo individual y al mundo objetivo, porque es la praxis social del habla cotidiana la que pone los criterios o razones cotidianas para que podamos hablar de personas, de un yo, de una conciencia y también del mundo objetivo. Y entiendo que en el pensamiento occidental no figura la praxis con ese sentido. Una praxis social que se transmite básicamente como lengua y cultura de generación en generación por el proceso que se llama socialización y que sigue una lógica propia, una lógica práctica que prescinde de reglas explícitas y de indicaciones y trabaja de una manera práctica, con listas de ejemplos, con modelos, introducción a actividades regulares y generación o ejercicio de habilidades espontáneas como repetir una melodía o silbarla. Y eso es necesario porque la introducción al habla tiene que hacerse sin recurrir a otro lenguaje, en el que estén formuladas las generalizaciones que deseamos enseñar, porque si no estamos suponiendo lo que recién queremos introducir.  
Ese querer “descolonizar” al que Dussel se refiere abarca a muchos pensadores más que en el Perú están tratando formular un pensamiento andino y de probar que los Inka tenían una filosofía. Ellos enfrentan, a mi entender, una dificultad con las fuentes y con la interpretación de fuentes. Pero para los pueblos amazónicos contamos con fuentes contemporáneas y eso facilita las cosas, aunque también requieren de interpretación. Y en una contribución al Congreso de Filosofía de la Universidad de Lima traté de probar que los pueblos amazónicos también contaban con una filosofía, que se ocupaba del curanderismo y reflexionaba sobre la gestión simbólica de la institución. Contaban para ello con un pensamiento abstracto, con la idea que había patrones lógicos (llamados “intuiciones muy abstractas”) y una visión del lenguaje con unas esencias expresadas por ilustraciones gramaticales.  La gestión del conocimiento consistía en traducir los patrones lógicos de la cultura a sistemas simbólicos como la cosmovisión y religión que sirvieran para que la gente común entendiera esos patrones lógicos muy abstractos y los aplicara. Pero seguro también para imponer una gestión ecológica ritualizada. Así para los curanderos lo más real eran esas intuiciones muy abstractas de conceptos como energía, reciprocidad y equidad, y entonces el mundo en que vivimos “como sueño aparece”.
Cuando formulé mi ponencia me interesaba probar que los pueblos amazónicos tenían un pensamiento filosófico, pero entre tanto mi acercamiento al problema cambió y ahora el problema central es la misma naturaleza de la filosofía. Porque en todos los pueblos hay inquietudes filosóficas como el temor a la muerte, que produce cuestionamientos del tipo, qué va  a ser de nosotros después de la muerte, la naturaleza de nuestra alma y del pensamiento, cómo convivir con el placer y el dolor, los problemas de conducción social y la gestión ambiental para sobrevivir. Son problemas reales que merecieron  y merecen respuestas prácticas porque son inquietudes genuinas. Por ejemplo, la gestión ambiental ritualizada que pretende garantizar la sostenibilidad de un pueblo es una de esas respuestas prácticas. También los sistemas de salud y educativos que eran transportables y se podían llevar dondequiera fueran necesarios eran respuestas.

                                 Flor de mamey y espíritu selvicola. José Morey Ríos.

Pero tanto la gestión ambiental como la de la salud tienen supuestos culturales en los dueños de las especies y en los espíritus que rigen los sistemas ecológicos, que a muchos pueden parecer metafóricos y mero producto cultural, de creencias. Que sin embargo, funcionan y que tienen su justificación en esa efectividad. Las podríamos llamar supuestos prácticos de una costumbre, porque son supuestos de una técnica y no de una teoría y no tienen por lo tanto contenido propositivo, como nuestro pensamiento, que es efectivo y hasta transforma el mundo y sin embargo no lo vamos a encontrar como un objeto en ninguna parte. Ni siquiera como un “objeto mental”.
El tema es que son estas inquietudes filosóficas profundas el sustrato filosófico que comparte la humanidad y que los tratamientos especializados por curanderos, filósofos aficionados, sacerdotes  y pensadores profesionales de todo tipo, son derivados y mientras más especializados, más elaboradas sus respuestas, más se alejan de la verdadera fuente de las inquietudes filosóficas humanas. Y más se distorsionan los problemas y se reduce también su alcance. Así el problema de la relación con el ambiente se convierte en el problema de la verdad y se llena de tecnicismos filosóficos. Las dificultades de la conducción social se reducen al problema del bien (y del mal) como opciones personales.
A veces se pierde totalmente la raíz del problema. Y así la estética se ocupa de la belleza, porque la belleza da placer, y nuestra vida personal la gestiona la especie por placeres y dolores y desarrollamos un gusto personal. El pueblo griego antiguo igualó belleza con verdad y verdad con bien. Y esa identificación profunda explica seguro muchas cosas del pueblo griego y de su pensamiento y sus artes. Pero no es algo que yo avalaría hoy día así nomás, y sin embargo en el mundo griego antiguo, eso era evidente y no merecía discusión. De manera que ya en el mundo griego antiguo estaban distorsionados los planteamientos filosóficos. Recordemos que los que se llamaban filósofos cultivaban una actitud contemplativa y luego desarrollaron la teoría como un conocimiento sin otro objetivo que el mismo placer de conocer. Y ya se había reducido la naturaleza de las inquietudes filosóficas a una caricatura del problema, que por supuesto sigue existiendo.
De lo que se trata es que hemos hecho del pensamiento griego antiguo el modelo del pensamiento filosófico y eso es un ejemplo perfecto de pensamiento eurocéntrico, que debimos evitar si realmente queremos dejar la sumisión de lado y superar la colonia. Pero parece que aun allí donde queremos descolonizar el pensamiento volvemos a caer en patrones de pensamiento eurocéntricos y nos parece que un pensamiento filosófico tiene que ser abstracto, sistemático, profundo, etc. Y no me exculpo de ese error.
Lo que sí quiero agregar es que la concepción que se hace la filosofía de lenguaje de los problemas filosóficos como problemas y entrampamientos con nuestras propias reglas del lenguaje cotidiano es acertada pero superficial.  Esto es así porque el lenguaje cotidiano es el campo de negociación de todas las posiciones posibles, y también donde se toman las últimas decisiones. Es decir, que detrás del problema con el discurso filosófico hay mucha historia, desinformación etnográfica, decisiones políticas al menos controversiales y hasta otro enfoque de la vida a la que aspiramos. Mucho ha cambiado desde la antigüedad. La gestión del conocimiento es otra, la burocracia científica gigantesca. El problema ya no es una falta de poder transformativo, sino el exceso desbordante de esa capacidad técnica y además con giro negativo, destructor y unos estados y un poder económico fuera de control. De manera que la filosofía tiene que renovarse para ser parte de otra forma de vida, de otra humanidad y de otra cultura – con otras aspiraciones. Y con la filosofía tienen que renovarse también todas las ciencias, desde su propia concepción a partir de su relación con la experiencia humana en la que se sustentan que solo puede partir de la experiencia cotidiana. No hay otra en qué apoyarse. Peo que también tienen que recrearse en función a la crítica que se hagan por ser etnocéntricas, que es lo mismo que no cumplir con el requisito de universalidad. El enfoque intercultural tiene que ponerlas en capacidad de hacer un replanteamiento total no solo de los contenidos, sino de la gestión del conocimiento: para quién y para qué se investiga.
La contribución principal que hace Dussel para criticar al espíritu de la Ilustración es rescatar el universo de sentido que proporcionan las culturas en general para entender las cosas y también para responder a las inquietudes filosóficas. Es allí claro donde aparecen los supuestos de una cultura, que Dussel conceptualiza como mitos. Y es allí donde todas las culturas (incluyendo a la occidental) chocan con la Ilustración, que simplemente pone en duda todas esas construcciones conceptuales culturales que no tienen lo que se llama fundamentum in re, es decir un sustento empírico, y entre esos están, como es  de esperar, los dioses, espíritus, almas y ánimas, pero para hacer justicia también “mi impresión personal de rojo”, “mi persona” (que es responsable de lo que dice y hace), a diferencia de mi cuerpo. Y muchas otras “entidades” que solo existen gracias al lenguaje y a las razones y argumentos con que se juzgan las cosas, pero que no son perceptibles. El gran aporte de Dussel es justamente introducir una hermenéutica de la cultura y que si bien pueden cuestionarse algunos aspectos, como la existencia de dioses o la supervivencia después de la muerte, no debe por eso cuestionarse el todo. Eso no tendría sentido, y tiene razón, hay que incorporar esa hermenéutica al pensamiento intercultural.
Dussel piensa que se puede poner en duda a mitos específicos, que se puede preguntar si son ciertos, pero que no se debe poner en duda toda la esfera de sentidos culturales. Y usa a los grandes pensadores de la tradición de pensamiento occidental, a Nietzsche y Heidegger, como grandes hermenéuticos, para justificar esa esfera de sentido que crean las culturas, en las que la fidelidad a la verdad no es la primera obligación, sino que hay que atender a las circunstancias concretas: cuando la muerte es inevitable es mejor darle un sentido cultural que morir en la desesperación. Es decir en la vida cotidiana no se juzgan las cosas con la razón teórica, sino con la práctica.
A mi entender cuando Dussel poco después de su conferencia abre la puerta al cuestionamiento de la verdad de los mitos, de los dioses y espíritus se está reintroduciendo el espíritu racionalista de la Ilustración y la colonización mental, que era justamente lo que había que evitar. Para mí los pueblos y las gentes tienen un derecho a sus creencias, pero también tienen derecho, como toda persona, a entender su sociedad y su cultura y eso va a demostrar en qué sentido hablamos y podemos hablar de espíritus y dioses, pero también de mi pensamiento, de mis sueños y de todo un mundo privado, que pueden ser identificados con criterios identificables en la experiencia, pero no son objetos materiales. Y va a demostrar qué poderes están activos en los distintos tipos de sociedades y que consecuencias, a veces nefastas para la comprensión de uno mismo y del universo puede traer eso, porque podemos ser presa fácil de manipulaciones que se inculcan desde niños y de las que por supuesto es difícil desligarse después.


                                          Mijano. José Morey Ríos.

Los alumnos de Dussel, un poco anonadados por las construcciones filosóficas de Nietzsche y Heidegger, preguntan por el lenguaje cotidiano, ¿dónde  queda? Conocen claro, que en el lenguaje se manifiestan muchos contenidos culturales. Pero lo importante no es eso, lo importante es que la experiencia humana está enteramente trabajada por el lenguaje cotidiano, desde lo más básico, el lenguaje es el que contiene nuestras razones para todo y eso es parte de un trabajo social de construir un universo de sentido. Debemos, entonces, recurrir al universo de sentido que establece el lenguaje cotidiano y medir nuestras experiencias antes que nada con los criterios del mismo lenguaje cotidiano. La confianza de la gente común está depositada en el lenguaje cotidiano, no en la lógica, no en las ciencias, no en las filosofías y tampoco en las religiones universales –entretanto harto cuestionadas.
No me parece apropiado tener que decirles a unos señores de otras culturas, quizá muy versados en ellas, que tienen que trabajar y entender primero a Nietzsche y Heidegger y sus hermenéuticas de la cultura para que ellos puedan entender y aceptar sus propias culturas como son. Esa parece una maniobra política que inconscientemente reintroduce el colonialismo. No es políticamente aceptable: lo único que queda hacer es medir las elucubraciones de curanderos, autoridades, pensadores aficionados y profesionales con las experiencias cotidianas. También la propia cultura se puede poner a prueba, no todo en una cultura será aceptable en todo tiempo y contexto, pero antes de medirse con los patrones culturales de otras culturas, hay que medirse con la experiencia cotidiana, la común a toda la humanidad. Y entonces se descubrirá que el ejercicio del poder moldea al pensamiento. La diferencia entre las inquietudes filosóficas de todos y el sistema de gestión del conocimiento de los curanderos, para gobernar en sus pueblos, la pone el poder.
Desde un inicio el uso de una categorización abstracta como las “energías” de las que hablan los curanderos desana de Colombia, el tulari-bogá, energía activa/receptiva, es la energía calórico-sexual que sostiene la construcción socio.natural de su pueblo. Pero a la vez es una forma de representación del poder del curandero, porque él mismo es el dador de símbolos, el creador de la cosmovisión y religión, el que alimenta a su pueblo y lo hace con el poder del Dios-Sol, con el poder de esos símbolos y con esos temores, para que su pueblo sea gobernable en una sociedad donde no hay otra forma de represión que el temor internalizado.
No es por cierto un poder negativo, es el poder de la organización más básica, el que permite que un pueblo se organice para ser sostenible en el tiempo, y esa es una solución real al problema de la supervivencia que es una de las inquietudes filosóficas, algo de lo que deberíamos de aprender, a tener un control sistémico de la relación sociedad humana – ambiente. Pero ya es un poder, y ya el pensamiento abstracto y ya la estrategia dominante está presente en este nivel de estructuración. Será mucho más fuerte en sociedades estructuradas por castas y clases sociales.
Hay que recordar que el rol del concepto abstracto es dominar a los detalles, así lo expresan  claramente Horkheimer y Adorno en su Teoría crítica y en el capítulo sobre El mito de occidente. ¿Pero realmente lo particular se disuelve en lo general? ¿Conocidas las determinantes lógicas, el objeto entra en existencia? La respuesta es que no, que lo concreto tiene condiciones y supuestos no determinados ni determinables: no sabemos ni podemos saberlo. Wittgenstein diría “Si ya tienes los detalles, para qué quieres las  generalidades? La respuesta implícita es que la quieres para dominar. Pero como el conocimiento es limitado, entonces, hay también un resto y efectos secundarios no controlables. Cuando muchos pensadores se esfuerzan en categorizar el pensamiento indígena, y buscan la categoría máxima como el ser de Parménides, entonces se encuentran al borde de asumir un pensamiento dominante (y de los dominadores) como propuesta, mientras que en el lenguaje cotidiano se sigue otra lógica, de los particulares y de las relaciones multidimensional. Se trata entonces que el lenguaje filosófico, cuando se formula así, que no tiene que ser así, porque puede presentarse como las inquietudes filosóficas cotidianos,  en otro discurso.  
 Aquí, a nivel tribal, la filosofía ya generó los instrumentos que luego usará para distorsionar su versión de la realidad, para poner a la lógica: el logos de Heráclito y al tao como generadores del mundo, en lugar de los procesos históricos, sean estos naturales o sociales. Pero no los usan todavía para pretender establecer una versión filosófica de la creación, una versión logicista. Aquí el orden que imponen a la naturaleza, se basa en la reciprocidad y es producto de la colaboración de todos, no es el orden del universo pre establecido a la experiencia humana, es producto de arreglos sociales. Y el tema de la creación ex nihilo no se plantea. Eso se ve en el hecho que los mitos existen en muchas versiones y buscan diferentes soluciones, por ejemplo a la aparición del hombre blanco, también las creencias y la cosmovisión tienen variantes para distintas bases sociales. Y ese aspecto da la diversidad cultural interna que Andrew Gray resaltó en su tesis doctoral sobre los harakbut.
Esto significa para mí que la negociación social de la validez de los mitos está en manos de los miembros de los pueblos tribales y que no hay todavía la palabra divina, ni la tendencia a la unidad, al monoteísmo, a los dioses todo poderosos que concentran todo el poder y la decisión del camino del mundo y que a mi entender es el reflejo magnificado de los estados incipientes que reclaman y centralizan todo el poder y dejan a sus súbditos sin decisión ni derechos – lo que no quiere decir que sean maltratados. Pero estos cambios en la gestión del conocimiento pueda que empiecen ya en las sociedades con división de castas, y es por eso que ya plantean una creación del mundo, que supone un dios todopoderoso.
Y que la filosofía en occidente y oriente traduce en una lógica todopoderosa y esto de forma paralela e interdependiente. Creo que la intención de Parménides era presentar las dos lógicas: la de las identidades definidas racionalmente por la lógica de la identidad y las que se definen por ilustración gramatical como dos caras de la misma moneda, aunque la una reniegue y despotrique de la otra. El dato que la lógica “del ser y del solo ser”, sin diferencias, muestra sus deficiencias porque no puede explicar el mundo de manera consistente con la experiencia que de él tenemos, y que la lógica de la ilustración de los conceptos le siga podría interpretarse como que Parménides la pone como solución al problema, y que la historia le ha jugado una mala jugada al autor casi desapareciendo la segunda.
Queda, sin embargo, claro que en las sociedades como los desana de Colombia, de la que hemos estado hablando de acuerdo al testimonio etnográfico de Gerardo Reichel-Dolamatoff, que calificamos de tribal, es el pensamiento racional el que genera los medios simbólicos, es la filosofía que antecede a la religión y la usa como instrumento de control social. No a la inversa, como las más de las veces se supone, y si desde el punto de vista del pensamiento en los estados incipientes como el Inka, que mantiene los circuitos de reciprocidad como principios de organización, sucede lo contrario, que es una opción a tener en cuenta, que todos son producto de la misma cultura y están imbuidos de la misma religión, entonces es porque ellos ya heredaron la religión, no la crearon.
Los curanderos de sana no pueden olvidar eso porque que son ellos los que instauran el orden cultural-simbólico de sus culturas,  porque lo crean y adaptan y cambian constantemente, y así controlan a sus pueblos, como sus pueblos también saben controlarlos, chaparlos en inconsistencias simbólicas y abusos de poder. Es conocido que los curanderos son bastante lúcidos respecto a su accionar con sus pueblos, saben lo que hacen, pero no tienen para nada claro los mitos que rodean a su propio rol social. La sociedad, en cambio, mira con cierta ironía y distanciamiento los hechos portentosos que los curanderos se atribuyen a sí mismos, como volar o convertirse en la noche en jaguar.
Como es fácil reconocer, las culturas juegan con los roles sociales y los distribuyen como en un juego de espejos y eso no es tan fácil de aceptar, porque relativiza la experiencia propia y la coloca en otro damero, demuestra niveles de consciencia sociales que no se limitan a la consciencia individual, sino a  la cultura. Y creo que Claude Levi-Strauss atisbó algo de eso en su Mitológica, cuando distintos cuerpos sociales toman decisiones sobre sus mitos y entra en juego un tipo de razonamiento supraindividual.

                                          Delfín volador. José Morey Ríos.

Estos conocimientos de los curanderos, secretos por cierto, cambian la visión  que se puede hacer de su cultura el habitante común, que no dispone de ellos, pero que puede alcanzarlos por sí mismo, porque en las sociedades tribales el acceso al conocimiento es abierto y depende de la voluntad y el esfuerzo de cada uno y no de ciertas condiciones sociales como pertenecer a una determinada casta. En el pueblo awajun queda muy claro que para adquirir los niveles más altos de conocimiento, está el postulante solo, con sus plantas maestras y su cosmovisión y nadie puede ayudarle.
De esta manera hay una interculturalidad hacia dentro, porque existen distintos discursos en el seno de una misma sociedad. Y también hay la necesidad de confrontarse con otras sociedades y aprender a entenderse en contraste con lo que hacen otras culturas que tomaron otras opciones. Aprender a entender a ambos lados, al propio y al ajeno y ver cómo en cada caso se ha armado la experiencia, con qué argumentos lo hace el lenguaje cotidiano y qué variantes introducen los discursos especializados. Eso es lo intercultural y eso nos enriquecerá, porque nos abrirá los ojos y nos enseñará acerca de otras posibilidades de organizar y entender la experiencia. Y sabremos por qué preferimos nuestra cultura, si eso es así.
Por eso una investigación del sentido de una costumbre requiere que vayamos hasta los Orígenes en el proceso de socialización, donde se muestra claramente cómo nos introducen a los usos del lenguaje, las razones que se tiene para todo. Así descubrimos  la forma cómo el lenguaje cotidiano organiza la experiencia. Porque es ese volver a los orígenes (los reales, no los imaginarios del inicio del mundo) lo que nos permite deshacernos de las versiones parcializadas o interesadas que se han ido creando a través de la historia.  Podemos contrastar nuestro discurso con otros discursos y conocer las razones de unos y otros, vale la transparencia.   
La interculturalidad no deja todo como está. Nos da argumentos para defender a nuestra forma de entender la experiencia, pero  no nos atrinchera, porque te demuestra también la lógica de las otras opciones, que son opciones de vida válidas y así te enseña y demuestra el camino de la convivencia. Cuando los pueblos indígenas del grupo Jíbaro, hace unos años, diseñaron su sistema educativo insistieron en que su educación no sea una educación fundamentalista religiosa. Y esa es una demanda también para las otras religiones introducidas, que tienen que aprender a ser interculturales o se convierten en fuerzas sociales negativas que promueven la violencia y la opresión. Y  la historia de América está llena de colonialismo religioso que también hay que trabajar como parte de la descolonización para liberar a los pueblos.
El resultado de nuestro análisis de la lógica de las creencias, a diferencia de la lógica de las verdades empíricas es que siguen una lógica distinta, a la que introduce la Ilustración que solo pregunta por la existencia, sin ninguna sensibilidad para la cuestión de si cabe o no hacer tal pregunta, si tales entes sobrenaturales existen o no y cómo se llega a sustentarlos. Para responder a esta pregunta habría que tener más claridad sobre la naturaleza de las verdades lógicas y matemáticas, que parecen verdaderas porque son incuestionables, pero son incuestionables mientras estemos midiendo el mundo con ellas, mientras sean reglas e instrumentos lógicos, en cambio si las bajamos a la condición de juicios empíricos y entonces “1 + 1 = 2” ya no opera como un prejuicio, sino que es algo que hay que ir a constatar a ver si es cierto, entonces resulta que 1 gota de agua más 1 gota de agua es 1 gota de agua. Y entonces encontraremos una serie de fenómenos que se comportan así, que no sabemos cuál va a ser el resultado, hay que ir a ver cómo es en cada caso. Y eso podría tener como consecuencia la creación de otras matemáticas, cuyos resultado habría que ir a constatar en caga caso, pero que son impredecibles. Lo interesante del ejemplo es que cuando hablamos de dioses, espíritus y de experiencias como entes, decimos que creemos en ellos, y que no dudamos,  y eso es claro porque están cumpliendo el rol de supuesto de una costumbre. Pero si pensamos, entonces podríamos cambiarles el estatus y convertirlos en hipótesis, y entonces podríamos ir a constatar si se les encuentra, hay indicios, etc.
Eso sucede, hasta donde llega mi experiencia, en todas las culturas, siempre hay maneras de introducir dudas y los relatos más tradicionales las contienen en todas sus modalidades. Pero claro la Ilustración era la campeona, porque además quería desmitificar, tenía una animadversión al aura mística que rodea a todo lo espiritual. Lo curioso es que todas estas pruebas, si resultan negativas, y siempre es así, no arañan el estatus lógico de las creencias como medida de la realidad. Y eso porque los espíritus son efectivos, es decir continúa regulando el campo de acción para el que fueron creados, y entonces queda claro que son supuestos prácticos, que permiten las curaciones, los controles ambientales y todo eso para lo que fueron creados.  Como los cálculos con gotas de agua no ponen en duda que “1 +1 =2”, el no encontrar pruebas materiales no cuestiona la existencia de esos espíritus, porque siguen una lógica práctica.
Entonces nos queda claro que mientras no cambie la misma forma de vida, mientras no se caiga en cuenta que las restricciones que impone la vida religiosa son superables no podremos salir de su círculo de influencia. Pero sin Dios no se caen las estrellas, ni se apaga el sol, ni toda la gente se mata, ni habrá guerras, ni tampoco entran en desesperación porque su vida no tiene sentido y que por el contrario la vida sin espíritus controladores, ni dioses jueces, ni nada de esos roles que vigilan y oprimen a las persones, porque son omnipresentes (actúan como el pensamiento, se meten en todo)  e imponen leyes y modos de vivir, la humanidad sería por fin libre pero a la vez responsable de sí misma y de su ambiente, tendrían que arreglárselas solos, y libres de la represión  y sin temores, su vida sería espontánea y desprevenida.
Ahora bien, si eso fuera así no habría tampoco leyes naturales y las cosas sucederían espontáneamente, a veces de acuerdo a expectativas y  reglas, a veces no. Y eso me parece que es más apegado a la realidad. Y entonces la humanidad trataría de ordenarse y de ordenar a la naturaleza imponiéndole su medida y empezaría restringiendo su economía para dar opción a que la naturaleza se renueve y hasta recree por sí misma. Y pensaría sobre eso que hace, como piensa sobre sus relaciones humanas, que cabe en la dinámica del intercambio y la reciprocidad.  ¿Y ya estábamos allí, por cierto?

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