lunes, 10 de octubre de 2022

MARIATEGUI Y LA AMAZONÍA

 

Gracias a mi buen amigo, el inolvidable Maestro de maestros, Pepe Barletti, tengo el inmenso gusto de compartir con ustedes el facsimil que escribiera hace diecisiete años.

MARIATEGUI Y LA AMAZONIA:

DE LA ILUSION A LA IMAGINACION

 

José Barletti

Casa Mariátegui

14 de junio de 2005

 

·          Pocas líneas dedica José Carlos a la Amazonía.

 

·          Hay dos textos explícitos, ambos en los Siete Ensayos.

 

·          En un  esfuerzo por tomar la integralidad de su pensamiento, se puede tener un hilo conductor en la contraposición que él establece entre ilusión e imaginación.

 

Parece que José Carlos da a la palabra ilusión una carga negativa, mientras que la densidad que da a la palabra imaginación es positiva. Algo de esto último se encuentra en su pequeño ensayo sobre la imaginación y el progreso que aparece en El Alma Matinal.

 

En las dos importantes apreciaciones sobre la Amazonía que aparecen en los Siete Ensayos José Carlos da una connotación negativa a la palabra ilusión.

 

Da la impresión que sostuviera una tesis implícita sobre el significado de la Amazonía para el Estado peruano y para el pueblo peruano. Con relación a la Amazonía habría una ilusión, pero estaríamos muy lejos de hacerla centro de una creadora y fructífera imaginación. 

 

·          Dos textos de Mariátegui sobre la Amazonía:

 

En el primer ensayo, Esquema de la Evolución Económica, cuando se refiere al carácter de nuestra economía actual, la de los años veinte, señala ocho hechos. El sexto hecho es la ilusión del caucho y anota lo siguiente:

 

“En los años de su apogeo el país cree haber encontrado El Dorado en la montaña, que adquiere temporalmente un valor extraordinario en la economía y, sobre todo, en la imaginación del país. Afluyen a la montaña muchos individuos de la “fuerte raza de los aventureros”. Con la baja del caucho, tramonta esta ilusión bastante tropical en su origen y en sus características”. (p.27, en la 68 edición, año 2000).

 

En el sexto ensayo, sobre Regionalismo y Centralismo, se refiere a la Amazonía de manera breve. Cuando analiza la región en la República, afirma:

 

“El Perú, según la geografía física, se divide en tres regiones: la costa, la sierra y la montaña. (En el Perú lo único que se halla bien definido es la naturaleza). Y esta división no es sólo física. Trasciende a toda nuestra realidad social y económica. La montaña, sociológica y económicamente, carece aún de significación. Puede decirse que la montaña, o mejor dicho la floresta, es un dominio colonial del Estado Peruano. Pero la costa y la sierra, en tanto, son efectivamente las dos regiones en que se distingue y separa, como el territorio, la población”. (p.204)

 

A partir de allí, hasta el final de este ensayo, José Carlos sólo se refiere a la costa y a la sierra. Sin embargo, al terminar este segundo texto, nos lleva a un extenso pie de página, en que continúa su reflexión sobre la Amazonía, debatiendo con una ilustre loretana, la yurimaguina Miguelina Acosta Cárdenas.  Leamos el pie de página:

 

“El valor de la montaña en la economía peruana – me observa Miguelina Acosta – no puede ser medido con los datos de los últimos años. Estos años corresponden a un período de crisis, vale decir, a un período de excepción. Las exportaciones de la montaña no tienen hoy casi ninguna importancia en la estadística del comercio peruano, pero la han tenido y muy grande, hasta la guerra. La situación actual de Loreto es la de una región que ha sufrido un cataclismo.

 

Esta observación es justa. Para apreciar la importancia económica de Loreto es necesario no mirar sólo a su presente. La producción de la montaña ha jugado hasta hace pocos años un rol importante en nuestra economía. Ha habido una época en que la montaña empezó a adquirir el prestigio de un El Dorado. Fue la época en que el caucho apareció como una ingente riqueza de inmensurable valor. Francisco García Calderón, en El Perú Contemporáneo, escribía hace aproximadamente veinte años que el caucho era la gran riqueza del porvenir. Todos compartieron esta ilusión.

 

Pero, en verdad, la fortuna del caucho dependía de circunstancias pasajeras. Era una fortuna contingente, aleatoria. Si no lo comprendimos oportunamente fue por esa facilidad con que nos entregamos a un optimismo panglossiano cuando nos cansamos demasiado de un escepticismo epidérmicamente frívolo. El caucho no podía ser razonablemente equiparado a un recurso mineral, más o menos peculiar o exclusivo de nuestro territorio.

 

La crisis de Loreto no representa una crisis, más o menos temporal, de sus industrias. Miguelina Acosta sabe muy bien que la vida industrial de la Montaña es demasiado incipiente. La fortuna del caucho fue la fortuna ocasional de un recurso de la floresta, cuya explotación dependía, por otra parte, de la proximidad de la zona – no trabajada sino devastada – a las vías de transporte.

 

El pasado económico de Loreto no nos demuestra, por consiguiente, nada que invalide mi aserción en lo que tiene de sustancial. Escribo que económicamente la Montaña carece aún de significación. Y, claro, esta significación tengo que buscarla, ante todo, en el presente.  Además, tengo que quererla parangonable o proporcional a la significación de la Sierra y de la Costa. El juicio es relativo.

 

Al mismo concepto de comparación puedo acogerme en cuanto a la significación sociológica de la Montaña. En la sociedad peruana distingo dos elementos fundamentales, dos fuerzas sustantivas. Esto no quiere decir que no distinga nada más. Quiere decir solamente que todo lo demás, cuya realidad no niego, es secundario.

 

Pero prefiero no contentarme con esta explicación. Quiero considerar con la más amplia justicia las observaciones de Miguelina Acosta. Una de éstas, la esencial, es que de la sociología de la Montaña se sabe muy poco. El peruano de la Costa, como el de la Sierra, ignora al de la Montaña. En la Montaña, o más propiamente hablando, en el antiguo departamento de Loreto, existen pueblos de costumbres y tradiciones propias, casi sin parentesco con las costumbres y tradiciones de los pueblos de la Costa y de la Sierra. Loreto tiene indiscutible individualidad en nuestra sociología y en nuestra historia. Sus capas biológicas no son las mismas. Su evolución social se ha cumplido diversamente.

 

A este respecto, es imposible no declararse de acuerdo con la doctora Acosta Cárdenas, a quien toca, sin duda, concurrir al esclarecimiento de la realidad peruana con un estudio completo de la sociología de Loreto. El debate sobre el tema del regionalismo no puede dejar de considerar a Loreto como una región (Es necesario precisar: A Loreto, no a la “Montaña”). El regionalismo de Loreto es un regionalismo que, más de una vez ha afirmando insurreccionalmente sus reivindicaciones. Y que, por ende, si no ha sabido ser teoría, ha sabido en cambio ser acción. Lo que a cualquiera le parecerá, sin  duda, suficiente para tenerlo en cuenta.  (p.204-206)

 

   

·          Miguelina Acosta Cárdenas.

 

Nació en Yurimaguas en 1898, en plena Época del Caucho. Como otros hijos de caucheros, fue a estudiar a Europa (Suiza). A su regreso, fundó el Colegio de Señoritas de su ciudad natal y también el primer centro de educación inicial. En los años 20 fue a Lima y estudio Derecho en la Universidad de San Marcos y murió a los 35 años el 18 de octubre de 1933. Se graduó con la tesis sobre el derecho de la mujeres a sufragar en elecciones. Fue la primera mujer abogada en la historia del país. Fue integrante de la Asociación Pro Indígena, en la que medió en el conflicto sentimental de Dora Mayer con relación a Pedro Zulen. Fue asesora de sindicatos  en el Callao. Al año siguiente de muerte, la Federación Sindical llevó a cabo una romería a su tumba al cementerio de Baquíjano. En el número 12 de la Revista Amauta, en 1928, escribió un artículo sobre el derecho de los niños indios a la educación, en el que, después de presentar la realidad, propone el establecimiento de escuelas itinerantes.

 

Con relación al pie de página de los Siete Ensayos, trascrito líneas arriba, parece que Miguelina conoció el texto preliminar del ensayo sobre regionalismo y centralismo, lo cual motivó la observación a que hace referencia José Carlos. Evidentemente, era muy duro que una loretana aceptara que su región ya no tenía importancia en la vida económica y social del Perú, después de haber vivido del apogeo del negocio del caucho.

 

·          La Época del Caucho (1880-1920).

 

o    La caída del negocio del caucho: “Loreto sufrió un cataclismo”.

 

Guido Pennano, en su tesis doctoral sobre La Economía del Caucho (Iquitos: CETA, 1984), presenta con mucha precisión el proceso de la caída del negocio del caucho a partir de 1911, sustentando sus afirmaciones con series históricas por él construidas.

 

o    La prosperidad de las ciudades amazónicas, como Iquitos y Yurimaguas, se hizo con sangre y sufrimiento indígena. Llama la atención que José Carlos no haga referencia alguna a la esclavitud de la gente indígena amazónica para la extracción del caucho, más aún si se tiene en cuenta que contó con información de primera mano a través de Benjamín Saldaña Roca, quien había ejercido el periodismo en Iquitos en dos periódicos suyos (La Felpa y La Sanción). Saldaña había sido obligado a salir de Iquitos por los esbirros del cauchero Julio C. Arana y ya en Lima estuvo cerca de José Carlos. Por otra parte, es altamente probable que Mariátegui conociera el libro El Proceso del Putumayo, publicado en 1915, escrito por el juez Carlos Valcárcel con toda la información del juicio que le tocara conducir desde 1907. Así también debió haber conocido el Informe del cónsul inglés Roger Casement dado a conocer en 1912 y la Encíclica Lamentabili Statu de Pio X de 1912.  

 

·          La percepción de los pueblos de la Costa y de la Sierra sobre la Amazonía. 

 

o    La “montaña”, “el antiguo departamento de Loreto” y la “floresta” (Más de 80% de bosque en pie).

o    “El peruano de la Sierra y de la Costa ignora al de la Montaña”: Lo ignora en cuanto que no lo conoce.

o    Pedro Cieza de León y la percepción de la gente andina sobre la Amazonía..

o    La expansión civilizatoria hacia el oriente: La tesis doctoral de Víctor Andrés Belaunde de 1917,  “Las Marcas Orientales de Tahuantinsuyo” (Boletín X del IFEA).

o    La otra mirada: el quiebre con Julio C. Tello y las “mentiras sobre Loreto” (Hildebrando Fuentes).

 

·          La autonomía de procesos civilizatorios en la antiguedad: Mundo andino-costeño y Mundo-llano amazónico.

 

o    La articulación longitudinal de la Amazonía continental: “las amplias redes de intercambio” de Thomas Myers.

o    El nivel civilizatorio alcanzado por los pueblos amazónicos antes de la invasión europea.

o    La comprensión de los ecosistemas amazónicos: “Sus capas biológicas no son las mismas”.

 

·          El rol de los pueblos bisagra, de frontera ecológica, cabalgando entre dos mundos (Pastos y Quillacingas, Mindalaes, Bracamoros, Chachapoyas, Chupaychos, Vilcabambas). (Kuelap está descontextualizado).

 

·          “La individualidad de Loreto en nuestra sociología y en nuestra historia”.

 

o    La parcelación de la Amazonía a partir de la invasión española y la dominación colonial: La pérdida de la articulación longitudinal.

o    El levantamiento indígena de Jeberos y Lagunas de 1809.

o    El proceso de la Independencia en la Amazonía (Higos Urco).

o    Las herencias culturales en la Amazonía peruana.

o    La voluntad autonómica (El Movimiento Federalista de Loreto).

 

·          El Estado peruano y la Amazonía:

 

o    “Dominio colonial del Estado Peruano”: (Afirmación de José Carlos duramente respondida por Víctor Andrés Belaunde en La Realidad Nacional).

o    La política amazónica del Estado Peruano.

 

·          La imaginación del futuro.

 

o    Recoger la ironía de Mariátegui: El regionalismo de Loreto no ha sabido ser teoría. Es pura acción. (Algo es algo).

 

“Mi sangre y mis ideas”, unidad de pensamiento y acción, siempre reclamada por Mariátegui. Pensamiento transformador más que pensamiento contemplativo, resalta Gustavo Gutiérrez.

 

o    Del “vago sentimiento de malestar” a la “sólida aspiración programática”.

o    La rearticulación longitudinal de la Amazonía peruana.

o    “Uno no prevé ni imagina sino lo que ya está germinando, madurando en la entraña oscura de la historia”. (Ensayo sobre La imaginación y el Progreso, en El Alma Matinal). 

o    La Amazonía continental y la Amazonía andina (Los países amazónicos andinos poseemos el 33% del territorio amazónico continental, siendo el Perú el mayor de éstos, con 11% del territorio amazónico).

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