jueves, 17 de mayo de 2018

EL ESTADO FEDERAL DE LORETO, continúa





La historia de la francmasonería en Loreto identifica una tercera época a partir de junio de 1895 tras algunos meses de aparente inactividad (21). Volveré a esta coyuntura al analizar la relación entre los períodos de vida de la logia y los contextos políticos locales. Por ahora basta decir que fue nuevamente Espinar quien impulsó el reinicio de los trabajos, esta vez con masiva asistencia de los masones del Valle en el contexto de fuertes confrontaciones con Lima y que la logia se hallaba activa al momento del levantamiento. En 1895, año de gran intranquilidad por los sucesos electorales, componía el cuadro de dignidades de la logia “Unión Amazónica” un importante grupo de personajes muy activos políticamente, teniendo a la cabeza a Cecilio Hernández quien fuera luego uno de los secretarios del gobierno del estado federal de Loreto (22). Sin embargo, la historia  publicada de la francmasonería de Iquitos es particularmente escueta con relación a la actuación  de la logia a  lo largo  de 1896, lo  que en sí  mismo es sugerente dada la activa participación de muchos de sus miembros en la proclamación federal.
2. La masonería como red social
La fraternidad es el principio fundamental común a todas las logias y se concibe que los incorporados a la masonería se constituyan en eslabones de una cadena de hermanos. Por eso no sorprende que la logia de Iquitos, como cualquier otra, contribuyera a tejer una red de relaciones entre sus integrantes. La particularidad de la masonería loretana estriba en que esta red articulaba a gente que actuaba en un espacio geográfico muy amplio, incluyendo los más distantes frentes extractivos conectados comercialmente con Iquitos y centros comerciales del exterior. En ese sentido, la masonería o la referencia a la logia “Unión Amazónica” contribuyó a crear un sentido de comunidad en esta colectividad dispar integrada por comerciantes nacionales y extranjeros, urbanos y ribereños, autoridades y funcionarios políticos y municipales, marinos, militares, cónsules extranjeros, periodistas y políticos locales que tenían como centro de referencia a Iquitos (23). El propio nombre de la logia expresaba este propósito. Esta  red articulaba  a gente proveniente de muy diversos lugares todos ellos actuando en un “espacio de frontera” con una presencia estatal relativamente débil. De los trabajos de la logia participaban algunos comerciantes gomeros ecuatorianos y  colombianos que actuaban en sus respectivos países, de quienes no se sabe si habían sido iniciados en Iquitos o previamente en otras logias.
Los preceptos de la masonería especulativa excluyen el ingreso a una logia por intereses personales o “utilidad profesional o financiera”. Sin embargo, resulta claro en este caso que los vínculos masónicos de fraternidad servían a las estrategias individuales de los comerciantes al facilitarles de manera importante el acceso a nivel local a relaciones e información. De allí que encontremos que ésta tuvo una vasta convocatoria entre los comerciantes establecidos en el Bajo Amazonas.
Otro tanto ocurría a nivel de las autoridades políticas  y  empleados  estatales, tanto aquellos de origen local como aquellos provenientes de otras  partes  del país, para quienes afiliación a la logia o incluso su iniciación en ésta facilitaba de manera importante los vínculos con los grandes comerciantes en un contexto de gran conflictividad local y de fuerte dependencia en términos logísticos respecto de ellos. Es notable, por ejemplo, que todos aquellos prefectos y subprefectos que lograron establecer, al menos temporalmente, una alianza con la comunidad de comerciantes de Bajo Amazonas pertenecieron a la logia “Unión Amazónica”, aunque como resulta ya evidente,  esta  pertenencia  no  garantizaba  la armonía de relaciones entre los comerciantes  y  las autoridades  ni  excluyó  del seno  de la logia los conflictos entre individuos y aún entre agrupaciones. También es sintomático que al asumir sus cargos estas autoridades buscaran al mismo tiempo tener un lugar en el cuadro de dignidades de la logia. Por su parte, los miembros influyentes de la logia parecen haber desarrollado algunas estrategias a nivel local para ganarse a las autoridades políticas designadas por Lima no iniciadas o afiliadas a la “Unión Amazónica”, como por ejemplo invitándolos a asistir a las llamadas tenidas blancas, bautizos o banquetes de las festividades de San Juan. No obstante es notorio que, se trate de masones que trabaron relaciones con la logia o no, las autoridades políticas del departamento omitieron hacer referencia a la masonería en sus informes a Lima pese a su evidente presencia en la vida política y social de Loreto.
Otro de los postulados de la masonería es el llamado socorro masónico consecuencia lógica del amor fraternal. En algunas “piezas arquitectónicas” más tardías tomadas del archivo de la logia y reeditadas en la revista Fraternidad, se pone hincapié en distinguir el socorro de la caridad ante la miseria,  condición que no se condice con la de hombres “libres”. En cambio se señala que el socorro  masónico  admite que cualquier  hombre en el marco  de sus actividades “profanas” puede encontrarse en una situación precaria por circunstancias ajenas a su voluntad (Fraternidad, 1994: 96). Precisamente, el ya mencionado saco de beneficencia era el recurso institucional para responder a situaciones que pudieran afectar a los hermanos del Valle y aún a aquellos masones que, no perteneciendo a la logia de Iquitos, podían hacer conocer su necesidad a través de una logia relacionada con ésta. Así, la logia resultó ser parte de estrategias individuales de seguridad en un contexto regional de “frontera” de alta inseguridad y riesgos personales y económicos. La historia de la francmasonería de Loreto da cuenta de diversas situaciones en las que la logia, en base a la información de uno de sus miembros, atendió a masones que requerían ayuda. Se menciona por ejemplo que se da auxilios a alguien que está enfermo y necesita viajar para ir a reponerse, que se acuerda recoger y enterrar los cadáveres de masones que han muerto a gran distancia de la ciudad, se proporciona auxilios a  hermanos  enfermos  que se hallan en condición económica penosa, se pide a otras logias que atiendan a enfermos que se hallan fuera de su jurisdicción  o en caso de necesidad se auxilia a las familias de masones fallecidos en caso de necesidad (24).
A partir de la década de 1890, en que se inician en la logia o se afilian a ésta un número considerable de comerciantes-extractores peruanos y luso-brasileños que operan en áreas remotas, en un momento de expansión de la economía gomera, encontramos una clara estrategia de vinculación a la masonería que puede equivalerse a un seguro de vida antes de partir al monte. En estos casos vemos que este tipo de personajes se afilia o inicia en la logia y procede casi inmediatamente a solicitar licencia e ir así al monte premunidos de un  pasaporte o certificación  de su pertenencia a la logia que habría de garantizarles paso seguro, vínculos comerciales y socorros eventuales (25). El precepto de socorro incluía también la atención a aquellos que se encontraran presos pues la defensa de los derechos civiles de masones constituye una obligación de esta hermandad. Así, la historia de la francmasonería en Loreto da cuenta de la conformación de comisiones para visitar a masones que se hallaban presos, e incluso de gestiones realizadas para solicitar su libertad ante las autoridades políticas o judiciales, incluyendo aquellos por motivos políticos, como también de gestiones para asegurar que la captura o extradición de quienes hubieran atentado contra miembros de la logia.
Entre los elementos que explican  la vasta convocatoria de la logia está también  la amplia red de relaciones establecidas con otras logias del país y del extranjero donde  los  miembros   de  la  logia “Unión  Amazónica”   podían  encontrar  acogida y protección mediante cartas de presentación. Estas cartas o certificados podían facilitar la participación en los trabajos de una logia ajena como “visitante” o la adhesión o afiliación en caso de una permanencia más prolongada. Ya que toda logia es autónoma en su gobierno estos certificados no garantizaban esa aceptación pero la hacían posible. Otro tanto ocurría con las cartas que masones de otras latitudes presentaban a la logia de Iquitos donde se les habilitaba para participar en las tenidas y se les abría el universo de relaciones sociales. Demás está decir que esta práctica habitual en la masonería resultaba particularmente relevante en el caso de Iquitos en su condición de puerto comercial, siendo también funcional a los tripulantes de los vapores, comerciantes y armadores de otras latitudes que por razones de negocios lo visitaban. Esta red no solo abarcaba a logias del Brasil y de otras ciudades del país, sino a algunas ubicadas en el Caribe, Panamá y Chile -útiles para quienes iban en tránsito hacia Lima- así como a logias de Nueva York y Europa donde a su vez tenían sede algunas de las casas o bancos mercantes y armadores con los que los propietarios de las casas fuertes de Iquitos guardaban ya relación directa para la exportación de productos, acceso a crédito, o importación de mercadería al Bajo Amazonas. En la medida que los mayores comerciantes viajaban eventualmente a estas localidades--con permanencias relativamente prolongadas-- encontraban en las logias locales un lugar de referencia, reproduciendo con ello la lógica de la amplia difusión de la masonería entre los marinos. En la documentación de la logia de Iquitos queda constancia de las solicitudes de licencia de masones que se ausentan a Europa seguidas de las de la expedición de una credencial. A su vez masones comerciantes vinculados a logias del exterior, o las logias mismas de otras latitudes, facilitaron en diversas ocasiones la adquisición de insignias y libros masónicos para abastecer a los miembros de la logia “Unión Amazónica”.
Uno de los elementos constitutivos de la masonería es el secreto masónico  que, al decir de los masones, tiene la fuerza de los “linderos” (landmarks) de la constitución o carta magna atribuida a Anderson (1723). Este secreto alcanza normalmente al simbolismo, los rituales y contenidos de lo que en el templo se discute, así como a la identidad de los masones, quienes se reconocen entre sí mediante fórmulas y gestos crípticos. Por esa razón los masones suelen actuar bajo seudónimos solo conocidos por sus hermanos de logia y guardan reserva de la identidad de los integrantes. En el caso de la logia “Unión Amazónica” el secreto masónico no parece haber tenido el alcance que se esperaría encontrar. En la revista Fraternidad, publicada a partir de 1928 como órgano de la masonería, figuran las dignidades elegidas en cada período con sus nombres y apellidos así como los de los nuevos iniciados, afiliados, visitantes y asistentes a las tenidas. Además ésta publicaba avisos publicitarios de casas comerciales, profesionales y negocios que los identificaban como masones. Cada número incluía algunas contribuciones periodísticas  o reproducía oraciones o piezas arquitectónicas firmadas la mayor parte de las veces con el nombre del autor y sólo eventualmente con seudónimos.
No parece haber sido distinta la situación en la época inicial que estudiamos aunque        entonces la logia no contaba con un boletín, sino que comunicaba a sus miembros los acuerdos y novedades únicamente a través de los llamados “deltas”. Aunque sabemos que en la época inicial algunos masones tenían seudónimos adquiridos en sus logias madre no parece que en Iquitos se los empleara regularmente.
Es probable que tal situación respondiera a la existencia de un  contexto  en  el que la masonería local no se sentía sometida a persecución por parte de la Iglesia Católica a pesar de que pocos años antes, en 1884, León XIII  había formulado una condena contra la masonería mediante la encíclica Humanum genus, la cual fue conocida en Iquitos (26). Sin embargo, ni la masonería de Iquitos fue anticlerical en esa época, ni los curas adscritos a las parroquias del departamento parecen haberse preocupado de predicar en contra de la masonería. Desconocemos la postura a ese respecto del vicario de Chachapoyas que tenía jurisdicción sobre Loreto, pero su designación del presbítero Correa como “encargado de la Vicaría de las reducciones de Maynas” en 1893 indicaría que no aplicaba la condena. Tampoco encontramos en la masonería de Loreto en esta época una posición anticlerical  pese  a  las  opiniones  de  autoridades   masonas   que   desmerecían la utilidad de las misiones frente a la eficacia civilizatoria del comercio y las correrías. Antes bien, masones ocupando posiciones como autoridades políticas o municipales promovieron la construcción de iglesias y auspiciaron la realización de misas para la celebración de diversos actos públicos, al tiempo que varios de ellos se declaraban católicos (27).
Instrumental en esta ausencia de confrontación con la Iglesia a nivel local, en esta etapa, debió haber sido el hecho de que el propio vicario y cura párroco de la doctrina de la provincia de Bajo Amazonas, el presbítero Pedro Correa, había sido iniciado en la masonería, si bien no parece haber sido un miembro activo de la logia “Unión Amazónica” (González Cuellas, 2001: 73, 263) (28).  Correa, originario de Chachapoyas y cura vicario de la Doctrina de Bajo Amazonas con sede en Iquitos, al menos desde 1884, tuvo durante el período que estudiamos activa participación en el Concejo Provincial de Bajo Amazonas donde integró varias comisiones de estudio y llevó el cargo de concejal, incluso en la Junta de Notables que los comerciantes negociaron con el Prefecto en diciembre de 1893 (29). En éste y otros contextos Correa debió establecer estrechos vínculos con los comerciantes, particularmente con aquellos procedentes de Amazonas, al punto que en 1896, como veremos, se le encargó la misión secreta de promover la incorporación de Amazonas a la proclamación de una república federal en el Perú. Solo más tarde con la creación de la Prefectura Apostólica de San León del Amazonas en 1898 se dieron las condiciones para una confrontación entre la Iglesia y la masonería cuando los agustinos pretendieron establecer en Iquitos una casa y un colegio ante la cerrada oposición de los masones, particularmente desde el Concejo Provincial de Bajo Amazonas. (30)

NOTAS A PIE DE PAGINA

21. El historiador de ésta señala que no se encuentra en los archivos signo de actividad pero tampoco causa que justifique la situación.

22.  En junio de 1895 Cecilio Hernández fue elegido Venerable Maestro, Pablo Magne, grado III, comerciante y socio de Hernández, Primer Vigilante, y el marino Pedro Márquez, grado III, Segundo Vigilante. Eran parte de ésta también Benjamín Maya grado lll como Orador; Demetrio Ros grado IV como Orador adjunto y Otoniel Melena grado III como Secretario adjunto; Teodoro Schuler grado IV como Tesorero.
23. Se suele afirmar que por el hecho de que la masonería admite y fomenta la fraternidad de personas de todas las razas, nacionalidades y clases sociales y que promueve entre sus miembros una identificación al margen de sus posiciones en la sociedad, la masonería ofrece un medio para romper o trascender órdenes rígidos (Espinar Lafuente, 1981: 77; Bastian, 1993: 7). En Loreto donde no existía una situación de rigidez social, los indígenas, la fuente principal de mano de obra, estaban excluidos, pues de hecho no eran "hombres libres. En cambio algunos comerciantes chinos fueron en esta época incorporados.
24. Además, periódicamente la logia entregaba un “saco” de contribuciones recogido en una determinada tenida a un personaje local, como uno de los médicos de la localidad, empleando la fórmula que indicaba que era “para los fines a que están destinados”. En esos casos ese personaje no es necesariamente un iniciado, y eventualmente se aclara que se atenderá con ello a “profanos”.
25. A inicios de la década de 1900 cuando los frentes extractivos del Yurúa, Yavarí, Yacu y Purús estaban particularmente activos había una alta concentración de masones pertenecientes a la logia de Iquitos, al punto que para la construcción del nuevo templo se comisionó a diversos individuos para levantar fondos allá.
26. Al surgir la masonería moderna con la fundación de la Gran Logia de Londres en 1717 la Iglesia la condenó en diversos documentos de los que la encíclica promulgada por Clemente XII (In inminenti, 1738) es  la más temprana. Benedicto XIV, Pío VII, León  XII,  Pío VIII, Gregorio  XVI y Pío IX también  condenaron la masonería a lo largo del resto del siglo XIX. La encíclica se halla reproducida en Bandini (1884). En la actualidad algunos masones católicos de Iquitos, mortificados por estos antecedentes, llevan consigo un texto eclesiástico del Vaticano II que aclara que no se encontrarían excomulgados.
27. Corno se sabe, según la Constitución masónica de Anderson, “el ateísmo estúpido”, junto con el libertinaje irreligioso, son considerados límites al principio de tolerancia de manera que la masonería no es ateísta por principio y en cambio descarta el “ateísmo y agnosticismo negativos”. En los templos masónicos entre los “volúmenes  de  la ley”, que deben  estar  abiertos  para  el rito  se  encuentra la Biblia,  aunque  algunas logias admiten otros libros sagrados, dando al masón con un credo propio la  posibilidad  de  jurar sobre el libro propio. El militar y rico comerciante Timoteo Smith, uno de los fundadores de la logia, cuando era diputado por Bajo Amazonas había donado sus dietas a beneficio de diversas obras, entre ellas la reconstrucción de la iglesia de Iquitos que se había quemado en la década de 1870, aunque los fondos se emplearon mayormente para la construcción del nuevo panteón (ACPM, 1884. Carta del Vicario y Cura de la...).
28. La existencia de curas masones no era del todo rara en el siglo XIX y menos aún en el contexto del Brasil donde los sacerdotes masones fueron activos participantes del movimiento por la independencia (Rizzini, 1945: 289).
29. La primera referencia a su participación en el Concejo es en relación al encargo que el prefecto Samanez Ocampo hizo a una comisión que él integró para opinar sobre una propuesta de reforma de la ley de municipalidades (ACPM. Prefectura 1887. Oficio N° 162 del Prefecto de Loreto B. Samanez Ocampo al alcalde provincial Iquitos 233.1887; BN-D5308. 1884). Se dice incluso que, como otros curas, estaba dedicado al comercio, al punto que el prefecto Reyes Guerra hizo notar que había “hecho abandono para irse a la extracción de caucho” (BN-D4552, 1892. Anexo 5: Oficio de Reyes Guerra al Vicario General de la Diócesis de Chachapoyas (Visalot), Moyobamba 7.12.1891).
30. En palabras del P. Mallo que llegó a Iquitos con el primer grupo de agustinos en 1901: “A nuestra llegada, las logias masónicas a que se hallan afiliados casi todos los habitantes de esta región, aunque se dicen católicos, se conmovieron y,   por sus órganos en la prensa nos lanzaron algunos insultos y amenazas...”. Señaló asimismo:
“La masonería es quien manda, causante de todas las crisis del comercio, de la indiferencia religiosa, y de los más vergonzoso desórdenes que siempre están aquí de moda. ¡Hasta promovían movimientos independentistas!" (González Cuellas, 2001: 73, 66; Gregorio y Alonso, 1952: 25). Este grupo de agustinos venía de experimentar la expulsión de los misioneros de Filipinas a manos de los masones. El movimiento de oposición a los agustinos logró limitar su actividad hasta mediados de la década de 1910. Hacia 1907 el diario El Oriente atacaba abiertamente a los misioneros y desde 1904 se  los insultaba en las calles llamándolos  "gallinazos" por su atuendo negro.

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