La historia de la francmasonería en Loreto
identifica una tercera época a partir de junio de 1895 tras algunos meses de
aparente inactividad (21). Volveré a esta coyuntura al analizar la relación
entre los períodos de vida de la logia y los contextos políticos locales. Por
ahora basta decir que fue nuevamente Espinar quien impulsó el reinicio de los
trabajos, esta vez con masiva asistencia de los masones del Valle en el
contexto de fuertes confrontaciones con Lima y que la logia se hallaba activa
al momento del levantamiento. En 1895, año de gran intranquilidad por los
sucesos electorales, componía el cuadro de dignidades de la logia “Unión
Amazónica” un importante grupo de personajes muy activos políticamente, teniendo
a la cabeza a Cecilio Hernández quien fuera luego uno de los secretarios del
gobierno del estado federal de Loreto (22). Sin embargo, la historia publicada de la francmasonería de Iquitos es
particularmente escueta con relación a la actuación de la logia a
lo largo de 1896, lo que en sí
mismo es sugerente dada la activa participación de muchos de sus
miembros en la proclamación federal.
2. La masonería como red social
La fraternidad es el principio fundamental común a
todas las logias y se concibe que los incorporados a la masonería se constituyan
en eslabones de una cadena de hermanos. Por eso no sorprende que la logia de
Iquitos, como cualquier otra, contribuyera a tejer una red de relaciones entre
sus integrantes. La particularidad de la masonería loretana estriba en que esta
red articulaba a gente que actuaba en un espacio geográfico muy amplio,
incluyendo los más distantes frentes extractivos conectados comercialmente con
Iquitos y centros comerciales del exterior. En ese sentido, la masonería o la
referencia a la logia “Unión Amazónica” contribuyó a crear un sentido de
comunidad en esta colectividad dispar integrada por comerciantes nacionales y
extranjeros, urbanos y ribereños, autoridades y funcionarios políticos y
municipales, marinos, militares, cónsules extranjeros, periodistas y políticos
locales que tenían como centro de referencia a Iquitos (23). El propio nombre
de la logia expresaba este propósito. Esta
red articulaba a gente
proveniente de muy diversos lugares todos ellos actuando en un “espacio de
frontera” con una presencia estatal relativamente débil. De los trabajos de la
logia participaban algunos comerciantes gomeros ecuatorianos y colombianos que actuaban en sus respectivos
países, de quienes no se sabe si habían sido iniciados en Iquitos o previamente
en otras logias.
Los preceptos de la masonería especulativa excluyen
el ingreso a una logia por intereses personales o “utilidad profesional o financiera”.
Sin embargo, resulta claro en este caso que los vínculos masónicos de fraternidad
servían a las estrategias individuales de los comerciantes al facilitarles de
manera importante el acceso a nivel local a relaciones e información. De allí
que encontremos que ésta tuvo una vasta convocatoria entre los comerciantes establecidos
en el Bajo Amazonas.
Otro tanto ocurría a nivel de las autoridades
políticas y empleados
estatales, tanto aquellos de origen local como aquellos provenientes de
otras partes del país, para quienes afiliación a la logia
o incluso su iniciación en ésta facilitaba de manera importante los vínculos
con los grandes comerciantes en un contexto de gran conflictividad local y de
fuerte dependencia en términos logísticos respecto de ellos. Es notable, por
ejemplo, que todos aquellos prefectos y subprefectos que lograron establecer,
al menos temporalmente, una alianza con la comunidad de comerciantes de Bajo
Amazonas pertenecieron a la logia “Unión Amazónica”, aunque como resulta ya
evidente, esta pertenencia
no garantizaba la armonía de relaciones entre los
comerciantes y las autoridades ni
excluyó del seno de la logia los conflictos entre individuos y
aún entre agrupaciones. También es sintomático que al asumir sus cargos estas
autoridades buscaran al mismo tiempo tener un lugar en el cuadro de dignidades
de la logia. Por su parte, los miembros influyentes de la logia parecen haber
desarrollado algunas estrategias a nivel local para ganarse a las autoridades
políticas designadas por Lima no iniciadas o afiliadas a la “Unión Amazónica”,
como por ejemplo invitándolos a asistir a las llamadas tenidas blancas,
bautizos o banquetes de las festividades de San Juan. No obstante es notorio
que, se trate de masones que trabaron relaciones con la logia o no, las
autoridades políticas del departamento omitieron hacer referencia a la
masonería en sus informes a Lima pese a su evidente presencia en la vida
política y social de Loreto.
Otro de los postulados de la masonería es el llamado
socorro masónico consecuencia lógica del amor fraternal. En algunas “piezas arquitectónicas”
más tardías tomadas del archivo de la logia y reeditadas en la revista
Fraternidad, se pone hincapié en distinguir el socorro de la caridad ante la
miseria, condición que no se condice con
la de hombres “libres”. En cambio se señala que el socorro masónico
admite que cualquier hombre en el
marco de sus actividades “profanas”
puede encontrarse en una situación precaria por circunstancias ajenas a su
voluntad (Fraternidad, 1994: 96). Precisamente, el ya mencionado saco de
beneficencia era el recurso institucional para responder a situaciones que
pudieran afectar a los hermanos del Valle y aún a aquellos masones que, no
perteneciendo a la logia de Iquitos, podían hacer conocer su necesidad a través
de una logia relacionada con ésta. Así, la logia resultó ser parte de
estrategias individuales de seguridad en un contexto regional de “frontera” de
alta inseguridad y riesgos personales y económicos. La historia de la
francmasonería de Loreto da cuenta de diversas situaciones en las que la logia,
en base a la información de uno de sus miembros, atendió a masones que
requerían ayuda. Se menciona por ejemplo que se da auxilios a alguien que está
enfermo y necesita viajar para ir a reponerse, que se acuerda recoger y
enterrar los cadáveres de masones que han muerto a gran distancia de la ciudad,
se proporciona auxilios a hermanos enfermos
que se hallan en condición económica penosa, se pide a otras logias que
atiendan a enfermos que se hallan fuera de su jurisdicción o en caso de necesidad se auxilia a las
familias de masones fallecidos en caso de necesidad (24).
A partir de la década de 1890, en que se inician en
la logia o se afilian a ésta un número considerable de comerciantes-extractores
peruanos y luso-brasileños que operan en áreas remotas, en un momento de
expansión de la economía gomera, encontramos una clara estrategia de
vinculación a la masonería que puede equivalerse a un seguro de vida antes de
partir al monte. En estos casos vemos que este tipo de personajes se afilia o
inicia en la logia y procede casi inmediatamente a solicitar licencia e ir así
al monte premunidos de un pasaporte o
certificación de su pertenencia a la
logia que habría de garantizarles paso seguro, vínculos comerciales y socorros
eventuales (25). El precepto de socorro incluía también la atención a aquellos
que se encontraran presos pues la defensa de los derechos civiles de masones
constituye una obligación de esta hermandad. Así, la historia de la
francmasonería en Loreto da cuenta de la conformación de comisiones para
visitar a masones que se hallaban presos, e incluso de gestiones realizadas
para solicitar su libertad ante las autoridades políticas o judiciales,
incluyendo aquellos por motivos políticos, como también de gestiones para
asegurar que la captura o extradición de quienes hubieran atentado contra
miembros de la logia.
Entre los elementos que explican la vasta convocatoria de la logia está
también la amplia red de relaciones
establecidas con otras logias del país y del extranjero donde los
miembros de la
logia “Unión Amazónica” podían
encontrar acogida y protección
mediante cartas de presentación. Estas cartas o certificados podían facilitar
la participación en los trabajos de una logia ajena como “visitante” o la
adhesión o afiliación en caso de una permanencia más prolongada. Ya que toda
logia es autónoma en su gobierno estos certificados no garantizaban esa
aceptación pero la hacían posible. Otro tanto ocurría con las cartas que
masones de otras latitudes presentaban a la logia de Iquitos donde se les
habilitaba para participar en las tenidas y se les abría el universo de
relaciones sociales. Demás está decir que esta práctica habitual en la
masonería resultaba particularmente relevante en el caso de Iquitos en su
condición de puerto comercial, siendo también funcional a los tripulantes de
los vapores, comerciantes y armadores de otras latitudes que por razones de
negocios lo visitaban. Esta red no solo abarcaba a logias del Brasil y de otras
ciudades del país, sino a algunas ubicadas en el Caribe, Panamá y Chile -útiles
para quienes iban en tránsito hacia Lima- así como a logias de Nueva York y
Europa donde a su vez tenían sede algunas de las casas o bancos mercantes y
armadores con los que los propietarios de las casas fuertes de Iquitos guardaban
ya relación directa para la exportación de productos, acceso a crédito, o
importación de mercadería al Bajo Amazonas. En la medida que los mayores
comerciantes viajaban eventualmente a estas localidades--con permanencias
relativamente prolongadas-- encontraban en las logias locales un lugar de
referencia, reproduciendo con ello la lógica de la amplia difusión de la
masonería entre los marinos. En la documentación de la logia de Iquitos queda
constancia de las solicitudes de licencia de masones que se ausentan a Europa
seguidas de las de la expedición de una credencial. A su vez masones
comerciantes vinculados a logias del exterior, o las logias mismas de otras latitudes,
facilitaron en diversas ocasiones la adquisición de insignias y libros
masónicos para abastecer a los miembros de la logia “Unión Amazónica”.
Uno de los elementos constitutivos de la masonería
es el secreto masónico que, al decir de
los masones, tiene la fuerza de los “linderos” (landmarks) de la constitución o
carta magna atribuida a Anderson (1723). Este secreto alcanza normalmente al
simbolismo, los rituales y contenidos de lo que en el templo se discute, así
como a la identidad de los masones, quienes se reconocen entre sí mediante
fórmulas y gestos crípticos. Por esa razón los masones suelen actuar bajo
seudónimos solo conocidos por sus hermanos de logia y guardan reserva de la
identidad de los integrantes. En el caso de la logia “Unión Amazónica” el
secreto masónico no parece haber tenido el alcance que se esperaría encontrar.
En la revista Fraternidad, publicada a partir de 1928 como órgano de la
masonería, figuran las dignidades elegidas en cada período con sus nombres y
apellidos así como los de los nuevos iniciados, afiliados, visitantes y
asistentes a las tenidas. Además ésta publicaba avisos publicitarios de casas
comerciales, profesionales y negocios que los identificaban como masones. Cada
número incluía algunas contribuciones periodísticas o reproducía oraciones o piezas arquitectónicas
firmadas la mayor parte de las veces con el nombre del autor y sólo
eventualmente con seudónimos.
No parece haber sido distinta la situación en la
época inicial que estudiamos aunque
entonces la logia no contaba con un boletín, sino que comunicaba a sus miembros
los acuerdos y novedades únicamente a través de los llamados “deltas”. Aunque
sabemos que en la época inicial algunos masones tenían seudónimos adquiridos en
sus logias madre no parece que en Iquitos se los empleara regularmente.
Es probable que tal situación respondiera a la
existencia de un contexto en el
que la masonería local no se sentía sometida a persecución por parte de la
Iglesia Católica a pesar de que pocos años antes, en 1884, León XIII había formulado una condena contra la
masonería mediante la encíclica Humanum genus, la cual fue conocida en Iquitos
(26). Sin embargo, ni la masonería de Iquitos fue anticlerical en esa época, ni
los curas adscritos a las parroquias del departamento parecen haberse
preocupado de predicar en contra de la masonería. Desconocemos la postura a ese
respecto del vicario de Chachapoyas que tenía jurisdicción sobre Loreto, pero
su designación del presbítero Correa como “encargado de la Vicaría de las
reducciones de Maynas” en 1893 indicaría que no aplicaba la condena. Tampoco
encontramos en la masonería de Loreto en esta época una posición
anticlerical pese a
las opiniones de
autoridades masonas que
desmerecían la utilidad de las misiones frente a la eficacia
civilizatoria del comercio y las correrías. Antes bien, masones ocupando posiciones
como autoridades políticas o municipales promovieron la construcción de
iglesias y auspiciaron la realización de misas para la celebración de diversos
actos públicos, al tiempo que varios de ellos se declaraban católicos (27).
Instrumental en esta ausencia de confrontación con
la Iglesia a nivel local, en esta etapa, debió haber sido el hecho de que el
propio vicario y cura párroco de la doctrina de la provincia de Bajo Amazonas,
el presbítero Pedro Correa, había sido iniciado en la masonería, si bien no
parece haber sido un miembro activo de la logia “Unión Amazónica” (González
Cuellas, 2001: 73, 263) (28). Correa,
originario de Chachapoyas y cura vicario de la Doctrina de Bajo Amazonas con
sede en Iquitos, al menos desde 1884, tuvo durante el período que estudiamos
activa participación en el Concejo Provincial de Bajo Amazonas donde integró
varias comisiones de estudio y llevó el cargo de concejal, incluso en la Junta
de Notables que los comerciantes negociaron con el Prefecto en diciembre de 1893
(29). En éste y otros contextos Correa debió establecer estrechos vínculos con
los comerciantes, particularmente con aquellos procedentes de Amazonas, al
punto que en 1896, como veremos, se le encargó la misión secreta de promover la
incorporación de Amazonas a la proclamación de una república federal en el
Perú. Solo más tarde con la creación de la Prefectura Apostólica de San León
del Amazonas en 1898 se dieron las condiciones para una confrontación entre la
Iglesia y la masonería cuando los agustinos pretendieron establecer en Iquitos
una casa y un colegio ante la cerrada oposición de los masones, particularmente
desde el Concejo Provincial de Bajo Amazonas. (30)
NOTAS A PIE DE PAGINA
21. El historiador de ésta señala que no se
encuentra en los archivos signo de actividad pero tampoco causa que justifique
la situación.
22. En junio
de 1895 Cecilio Hernández fue elegido Venerable Maestro, Pablo Magne, grado
III, comerciante y socio de Hernández, Primer Vigilante, y el marino Pedro
Márquez, grado III, Segundo Vigilante. Eran parte de ésta también Benjamín Maya
grado lll como Orador; Demetrio Ros grado IV como Orador adjunto y Otoniel
Melena grado III como Secretario adjunto; Teodoro Schuler grado IV como Tesorero.
23. Se suele afirmar que por el hecho de que la
masonería admite y fomenta la fraternidad de personas de todas las razas,
nacionalidades y clases sociales y que promueve entre sus miembros una
identificación al margen de sus posiciones en la sociedad, la masonería ofrece
un medio para romper o trascender órdenes rígidos (Espinar Lafuente, 1981: 77;
Bastian, 1993: 7). En Loreto donde no existía una situación de rigidez social,
los indígenas, la fuente principal de mano de obra, estaban excluidos, pues de
hecho no eran "hombres libres. En cambio algunos comerciantes chinos
fueron en esta época incorporados.
24. Además, periódicamente la logia entregaba un
“saco” de contribuciones recogido en una determinada tenida a un personaje
local, como uno de los médicos de la localidad, empleando la fórmula que
indicaba que era “para los fines a que están destinados”. En esos casos ese
personaje no es necesariamente un iniciado, y eventualmente se aclara que se
atenderá con ello a “profanos”.
25. A inicios de la década de 1900 cuando los
frentes extractivos del Yurúa, Yavarí, Yacu y Purús estaban particularmente
activos había una alta concentración de masones pertenecientes a la logia de
Iquitos, al punto que para la construcción del nuevo templo se comisionó a
diversos individuos para levantar fondos allá.
26. Al surgir la masonería moderna con la fundación
de la Gran Logia de Londres en 1717 la Iglesia la condenó en diversos
documentos de los que la encíclica promulgada por Clemente XII (In inminenti,
1738) es la más temprana. Benedicto XIV,
Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI y Pío IX también condenaron la masonería a lo largo del resto
del siglo XIX. La encíclica se halla reproducida en Bandini (1884). En la
actualidad algunos masones católicos de Iquitos, mortificados por estos
antecedentes, llevan consigo un texto eclesiástico del Vaticano II que aclara
que no se encontrarían excomulgados.
27. Corno se sabe, según la Constitución masónica de
Anderson, “el ateísmo estúpido”, junto con el libertinaje irreligioso, son
considerados límites al principio de tolerancia de manera que la masonería no
es ateísta por principio y en cambio descarta el “ateísmo y agnosticismo
negativos”. En los templos masónicos entre los “volúmenes de la
ley”, que deben estar abiertos
para el rito se
encuentra la Biblia, aunque algunas logias admiten otros libros sagrados,
dando al masón con un credo propio la
posibilidad de jurar sobre el libro propio. El militar y
rico comerciante Timoteo Smith, uno de los fundadores de la logia, cuando era
diputado por Bajo Amazonas había donado sus dietas a beneficio de diversas
obras, entre ellas la reconstrucción de la iglesia de Iquitos que se había
quemado en la década de 1870, aunque los fondos se emplearon mayormente para la
construcción del nuevo panteón (ACPM, 1884. Carta del Vicario y Cura de la...).
28. La existencia de curas masones no era del todo
rara en el siglo XIX y menos aún en el contexto del Brasil donde los sacerdotes
masones fueron activos participantes del movimiento por la independencia
(Rizzini, 1945: 289).
29. La primera referencia a su participación en el
Concejo es en relación al encargo que el prefecto Samanez Ocampo hizo a una
comisión que él integró para opinar sobre una propuesta de reforma de la ley de
municipalidades (ACPM. Prefectura 1887. Oficio N° 162 del Prefecto de Loreto B.
Samanez Ocampo al alcalde provincial Iquitos 233.1887; BN-D5308. 1884). Se dice
incluso que, como otros curas, estaba dedicado al comercio, al punto que el
prefecto Reyes Guerra hizo notar que había “hecho abandono para irse a la
extracción de caucho” (BN-D4552, 1892. Anexo 5: Oficio de Reyes Guerra al
Vicario General de la Diócesis de Chachapoyas (Visalot), Moyobamba 7.12.1891).
30. En palabras del P. Mallo que llegó a Iquitos con
el primer grupo de agustinos en 1901: “A nuestra llegada, las logias masónicas
a que se hallan afiliados casi todos los habitantes de esta región, aunque se
dicen católicos, se conmovieron y, por
sus órganos en la prensa nos lanzaron algunos insultos y amenazas...”. Señaló
asimismo:
“La masonería es quien manda, causante de todas las
crisis del comercio, de la indiferencia religiosa, y de los más vergonzoso
desórdenes que siempre están aquí de moda. ¡Hasta promovían movimientos
independentistas!" (González Cuellas, 2001: 73, 66; Gregorio y Alonso,
1952: 25). Este grupo de agustinos venía de experimentar la expulsión de los
misioneros de Filipinas a manos de los masones. El movimiento de oposición a
los agustinos logró limitar su actividad hasta mediados de la década de 1910.
Hacia 1907 el diario El Oriente atacaba abiertamente a los misioneros y desde
1904 se los insultaba en las calles
llamándolos "gallinazos" por su atuendo
negro.
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